Entonces decidimos dejarnos. Te fuiste porque era necesario, importante, vital, espacial, natural, causal y factual. Te fuiste de la casa y me quedé sola frente a la que fuera hasta ese momento nuestra cama; una cama vacía de ti.
Me acosté sobre el espacio que acababas de abandonar intentando rescatar un poco del calor de tu piel sobre las sàbanas, la sensación era extraña, como cuando era niña e intentaba retener en mi nariz el olor a vainilla de las manos de mi madre, o como cuando pensaba que al cerrar mis ojos nuestra silueta confundida en un beso o un abrazo pondría el final feliz a un día igualmente feliz.
Hoy no es así. La cama no me trae nada: ni tu calor, ni tu olor, ni siquiera me trae el recuerdo de una relación feliz, hoy la cama pasó de ser el centro del universo a convertirse en lo que me enseñaron los libros y las buenas conciencias: un no-lugar, un espacio de tránsito, un área de descanso, un pedacito de paz en dónde soñar.
Sólo espero que llegue el día en que no pueda explicarme cómo un día cupimos tú y yo sobre este colchón.
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3 comentarios:
No quisiera escribir algo así nunca, sobre todo porque soy hombre y me vería un poco gay jeje.
El aroma, tan importante en mi vida, es algo que por más que trate no puedo reproducir en la memoria. Para pensarlo tengo que oler físicamente y cuando eso ocurre vienen los recuerdos que a veces es mejor olvidar para ser libres.
Un fuerte abrazo querida mostra
Entre los textos de los gordos de Yohualli y tus sobrecamas pueden hacer una gira por los Jalisco leyendo en las plazas hasta que se los publiquen.
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