martes, diciembre 29, 2009

te me vas...

casi como el año
al que le faltan apenas unos días...
como arena entre los dedos,
como frío después del suéter,
te me estás yendo.

y no es cuestión de geografía.
seguiremos encontrándonos,
seguiremos tan formalitos,
cada vez más fríos.

te me vas
queriendo y no,
intentando no lastimar,
evadiendo la explicaciòn.
te vas.

se queda en mi
un dolor ahogado
el sentimiento de no ser tanto,
ni ser para tanto.

se queda en mi
el saberme,
otra vez,
mejor por click
mejor por letra
mejor virtual
mejor no real
mejor amiga
(que para el caso, es lo mismo).

te me vas,
pese a mi vista gorda,
gorda...
quizá sea justo eso:
mi vista gorda
la que no te gusta,
la que nos aleja.

volver a imaginarte,
dejar de esperarte,
saberme cada día
un poco más lejos
de tus piensos.

dejarte ir...
sonreír.
desviar la mirada.

dejarte ir
se tiene experiencia
en desencuentros
desencantos
desalientos
(y no es anuncio publicitario)

pasarán algunos días
necesarios
para no recordar
las caricias que no te procuré
los besos que se guardaron tras mis labios.

Te pido paciencia...
no me acostumbro
a separarme sin despedirme
aunque te me vayas
aunque yo me quede...

domingo, noviembre 29, 2009

A unos días de la desaparición del 2009.

Me propongo a no comprometerme con ningún tipo de propósito para el 2010. Con los que se han venido acumulando, creo que tengo para entretenerme, en no cumplir, otros 365 días.

Cabe aclarar que hay algunas cosas que se han modificado en mi comportamiento: dejé de fumar y de tomar... no sé si sea un logro... pero sé que no hecho de menos ninguno de esos hábitos. Tampoco me he vuelto una obsesa por la salud y los buenos hábitos, no, no... quizá sea que mi ritmo social ha disminuído notablemente y lo que yo consideraba algo habitual, se ha reducido a comportamientos sociales adquiridos por asimilación o por ganas de ser aceptada en cierto(s) grupos.

Hay otras cosas que no cambio. Que no cambian. Sigue mi afición a ilusionarme, me declaro una "kamikaze de ilusiones". Aunque no consiga nada. Aunque me quede, como diría Pablo Guerra, "cerca del amor", más vale pasar cerca que ni siquiera voltear a verlo... Ahorita estoy en la ilusión, sonrío ilusionada, respiro ilusiones. La ilusión tiene nombre, también apellido. Me gusta. Me estimula. Cuando estoy cerca de él casi logro creer que soy mejor persona.

No dejo la virtualidad, qué va. Me declaro adicta a las redes sociales, particularmente al face-book. Gracias a ella me he reencontrado con grandes amigos, he retomado antiguas relaciones, he descubierto que hay personas que me quieren y me extrañan, tanto como yo las he echado de menos.

Hay muchas cosas que han cambiado en mi vida durante este año. Me esguincé un tobillo, me quedé sin biblioteca, me dejaron sin los rostros cotidianos de 13 años (eso es lo más cabrón que le pueden hacer a cualquier persona); pero (benditos sean los "peros") tuve la oportunidad de conocer a otras personas. Me cerraron una puerta y se abrieron 20 ventanas. Ahora mi casa está bañada por la luz y el viento, entran olores diversos, cantos de pájaros, silbos del campo, e invariablemente hay música en el aire. Ahora convivo más con los míos, los redescubro y me doy cuenta de que no hay mejor lugar para estar que estar cerca de ellos, quererlos, mimarlos, soy parte de ellos y soy feliz de ser.

Me sobran los motivos (y hace 9 meses pensé que jamás lo diría) para estar contenta y agradecida con lo que estoy viviendo ahora. Con todo. Con nada.

Les dejo un poema de mi amiga, Angélica Maciel, de su poemario "viento versal":

Norte 360(grados)
Retorno a un mismo punto

1

La escritura es la soleda de los peces ciegos en el fondo,
la intimidad de las ideas llena sin interlínea ni espacios de espuma desaparecida,
el halo frío de los astros al borde de los secretos.

Es escuchar gemir al albatros, el grito de su alma abierta.

Sacudir el polvo al horizonte.
Simple: destruido y colmao de demasiados vientos.

Se predijo el no-regreso
Sucede: aquí volvemos.
Navegamos por las mismas aguas
y sus olas nos dicen: en la arena igual,
igual se pronuncia el sonido de la roca.

martes, mayo 12, 2009

no te escribo, tampoco te olvido

Cruda moral. Me disculpo por no haber escrito nada en los últimos 2 meses. Estuve instalada en un bache anímico del que no quería salir. Algunos, compasivos, dicen que esto es normal, es una especie de duelo ante el divorcio laboral que sufrí. Otros, más rejijos, dicen que ya lo veían venir y que estoy instalada en una güeva mental y física. Como sea, no había querido escribir nada. Aunque sí he estado pensando mucho cuál es el paso siguiente y se me ocurren varias cosas:

1. Poner en marcha el negocio que traigo entre cejas y olvidarme de las bibliotecas que no de los libros, claro.

2. Empezar con una rutina personal de rehabilitación física y emocional: ejercicio, retomar las sesiones con Rod, ponerme a estudiar algo que me mantenga ocupada mentalmente.

3. Plantearme fechas límite como tablas de salvación o metas a llegar: en junio sale el dictámen de la primaria, en julio cumple años mi hermana, en agosto llueve a cántaros, en septiembre cumple otro año la vida y se casa uno de mis primos, en octubre la luna es más bonita, en noviembre me siento más cerca del fin de año y en diciembre cumple quince mi sobrina y yo uno más a la treintena... Espero pequeños momentos gloriosos que me ayuden a recojer los pedazos que dejó el huracán-terremoto-virus a su paso por mi jacalito tan mío.

Me da harta güeva el silencio incómodo que todavía provoca mi presencia en algunos círculos sociales: mis tíos, algunos amigos, mi perro... Sé que temen a que mi carácter iracundo, en ratos, estalle y les suelte a bocajarro dos de tres verdades que pienso de su "simpatía silenciosa" ante mi nueva "condición" (condición = palabra actualmente utilizada en el vocablo familiar para hablar de mi desempleo).

Algunas almas caritativas ya están aconsejando a mi padre sólo tiene que preocuparse por él y por su mujer, y que yo sólo tengo que preocuparme por mi hija... como que los consejeros se olvidaron de que hasta hace un año (más o menos) a mí me aconsejaban que tenía que preocuparme por cuatro, no nomás por mi hija (como supongo es lo que una de madre soltera debiera hacer)... yo digo que esto de la preocupancia es algo que se da por querencias no por conveniencias. Pero insisto, últimamente mi mecha es demasiado corta y exploto con una facilidad que ya la quisiera cualquier pirotecnista para un día de fiesta.

Estoy esperando que termine la contingencia para que mi hija vuelva a clases, yo pueda inscribirme en el gimnasio para subirme en la caminadora 45 minutos al día (pa empezar), buscar algún cursillo interesante que me desempolve las ideas, irme a Estados Unidos un ratillo, y regresar con el ánimo renovado.

Hago una aclaración: Por primera vez en la historia de mis tragedias no me exiliaré. O al menos no a la vieja usanza que me alejaba caminando de Guadalajara como si eso borrara el dolor de mi piel. Ahora el exilio ha sido diferente: estoy un piso bajo el nivel de la calle, en donde me proveo de café, cigarros mentolados, agua, altas dosis de televisión, lecturas que no me amarguen más la hiel, tampoco pienso en bibliotecas que me saquen la de Remi cuando pienso en onix rosa e imágenes surrealistas que me acompañarán hasta el último día que respire...

No le escribo pero tampoco le olvido, pues... es sólo que necesito sanar, perdonarme, perdonar... pero la neta: no soy tan buena.

lunes, marzo 02, 2009

13 años

13 años son muchos años. Hace trece años nació mi sobrina Andrea y ahora es una adolescente linda e insoportable (como debe ser). Hace trece años era irresponsablemente feliz estudiando una carrera por el placer de estudiarla y disfrutando de viajes, noviazgos cortos y largos, serios y divertidos, tontos y necesarios en algunos casos. Hace trece años alguien me preguntó si me gustaban los libros y cuando dije que sí, me invitó a un desayuno en una finca de jardines hermosos en Zapopan, en donde se estaba creando la primer biblioteca especializada en Ciencias Sociales y Humanidades del estado de Jalisco. Recuerdo cuando entré en la sala de lectura. Aquella mañana me pareció enorme (todavía no estaban los anaqueles, ni las mesas, ni siquiera el mostrador) era un galerón en donde estaban dispuestas algunas sillas para los muy pocos invitados al evento. Recuerdo que tan pronto identifiqué al director de aquel proyecto me acerqué a él con la seguridad que da un vestido rojo en un desayuno y la voz en un hilo como quien reconoce que no sabe nada, o como quien cree que no sabe nada. Con mi vocecita le dije que yo quería trabajar ahi. Que estaba estudiando Letras Hispánicas, que sabía hablar el inglés, que tenía excelente ortografía y que mi pasión más grande eran (son) los libros. Muriá me miró frunciendo las cejas y en un aspaviento estaba rodeado por tres señoritas a las que les indicó que me dieran una cita para platicar en otra ocasión.

Fueron los 15 días más largos de mis 23 años. Cada tercer día llamaba a la Licenciada Peregrina para preguntarle si había una oportunidad para mi. Por fin me entrevisté con ella y me confirmó que el 2 de mayo me presentara a trabajar de 8.30 a 3.30 pm. y que como era tiempo de vacas flacas, mi sueldo sería de 1,600 pesos mensuales. 1,600 pesos mensuales eran bastante más de lo que necesitaba en aquella época, de hecho para mí era una fortuna. El 2 de mayo entré a trabajar al Colegio de Jalisco. Llevaba un vestido beige y mi cabello suelto, largo. Me recibió Gabriela Trujillo, quien entonces era la coordinadora de la biblioteca. Entonces el equipo estaba itegrado por Ivonne Bosch, quien se convertiría en una de mis grandes amigas, Karla Durán, Carolina Basisch (qepd), Rafa García (hijo), y los auxiliares o practicantes: July y Sonia. Yo hice amistad con el ingeniero en sistemas, con Ivonne y con Carolina; aunque a los demás los quise y los respeté durante el tiempo que compartimos aquel espacio.

El 2 de mayo de 1996 en la sala de lectura de la biblioteca, la única colección que ya estaba en el lugar que le correspondía era el diccionario enciclopédico Universal Espasa-Calpe, una edición del primer número de 1925 al último parecía ser el clásico mural de libros que se adquieren por metros para adornar las bibliotecas no consultadas de muchas casas de este país.

La empresa era titánica. Teníamos que catalogar y clasificar 45 mil ejemplares en 6 meses. Ivonne y yo jugábamos competencias a ver quién catalogaba más libros en 8 horas, debo reconocer que aunque cerca nunca la vencí: su récord fueron 36 títulos catalogados en 8 horas; a mí me faltó uno para empatarla. Era una pasión muy difícil de definir, estaba descubriendo el sistema de clasificación decimal DEWEY, Ivonne me dio la clave para aprenderme las tablas más fácilmente jugando con los números de las placas de circulación de los carros: JMV 497, se traducía como 4 lenguas autóctonas 9 grupos de personas o países 7 América del Norte "lenguas aborígenes de américa del norte". Sí era ñoña y era peligrosa.

Fueron los 13 años más cortos de mi vida. Cuando sabes que tienes mucho por hacer, cuando sabes o sientes que por más lo quieras creer, cada viernes al salir del trabajo sabes que el lunes siguiente será la consecución de algo que dejaste iniciado o tal vez el inicio de un nuevo proyecto, el tiempo se pasa volando...

Todo cambia cuando te arrebatan esa pasión, o cualquier pasión. Cuando te dicen que ya no puedes seguir siendo bibliotecaria en esa biblioteca porque tu ciclo se acabò, porque todo en esta vida tiene un principio y un fin... te despiden después de una incapacidad. Te tratan como una criminal que debe ser escondida. Por qué me citan a las 5 de la tarde, cuando el ColJal estaba solo y no a las 11 de la mañana?, por qué despedirme de un día para otro... entre el shock, el dolor, la confusión, uno sale de ahí como animal herido... al día siguiente fue ir a ver lo del finiquito... y la antiguedad, y la experiencia, y la profesionalización y la autoestima se van por el caño... porque nada de eso ha sido tomado en cuenta... Nada absolutamente.

Mañana será el primer mes fuera del Colegio. Mañana será un mes del último día que saludé a todos con el gusto de siempre y más por la ausencia tan prolongada de mi incapacidad. Mañana será un mes de la última vez que comí con mis amigas. Mañana será un mes de que empecé a explicarle a mi hija el por qué estoy en la casa.

Cómo explicarle a Lavinia, a mi princesa de los rizos furiosos lo que me pasó. Cómo explicarle si yo no sé todavía por qué me despidieron, por qué sacaron a la única persona capaz de coordinar ese monstruo de biblioteca. Cómo explicarle a Lavinia que no importa cuánto te involucres, cuánto quieras hacer las cosas, cuánto te guste hacer algo siempre habrá alguien que no lo vea, que no le interese o a quien por cuestiones personales o políticas no le convenga tenerte cerca. Cómo prevenirla para que eso a ella no le suceda, cómo decirle que no tiene que ser como su mamá.

Viví 36 años en una casa, trabajé 13 años en un mismo lugar. Soy una mujer estable. Me gusta la estabildad, la permanencia, el sentir que pertenezco a alguien o a algo. Ahora me siento con casi nada... sé que es un momento importante. Puedo hacer lo que yo quiera... pero, pero no puedo seguir haciendo lo que me gustaba tanto, lo que me apasionó desde el primer día, lo que hice con tanto gusto, siempre.

Sé que una imagen importante en mi album de recuerdos es y será siempre la sala de lectura de investigadores de la Biblioteca Miguel Mathes, con la luz apagada, cuando el sol se proyectaba a través de las láminas de onix del diseño del edificio y todo se volvía rosa, mágico, irreal... Es la imagen salvadora... lo que queda y con lo que me quedo.