"El amor después del amor, tal vez se parezca a este rayo de sol..."
Fito Paez
Siempre he pensado que hay dos momentos trascendentales en la vida del ser humano como ente social y sexual, hablo de la sobremesa y la sobrecama.
Los mejores vinos, dulces, tabacos, el mejor café, así como las mejores discusiones, proposiciones, interacciones y la mejor de las siestas, vendrán siempre después de una buena comida, en un ambiente agradable, con personas que tal vez no sean las mejores, pero que pueden ser rescatables.
Lo mismo sucede con la sobrecama, cuando nos sobrevivimos en el otro, en el silencio de los cuerpos desnudos después de la comunicación exhaustiva, en el diálogo entre fluídos, en el rescate del aliento por medio del otro. Saber que muchas veces no se tiene que abrir la boca para decirlo todo. Leer en el cuerpo del otro lo que se escribió a fuerza de besos, caricias y risas entrecortadas. Uno puede hablar de tantas cosas y no decir nada o por el contrario quedarse calladita, pegada al cuerpo ajeno pero propio y sentir que lo sabe todo, que no hay nada más grande o más pequeño que ese momento, minuto de eternidad, espacio macerado, sacralizado, por la intrusión siempre bienvenida del otro.
Hoy está la convulsión por plasmar los diálogos, las risas, lo rescatable o lo que se quisiera dejar de lado. Esta convulsión puede ser propia o ajena, incluso la fantasía de lo que se quiso sentir o lo que se quiso decir. Por eso comienzo con "Sobrecama I", que hasta hace unos momentos se llamó "Adivinando", hacer una secuencia de sobrecamas en donde cualquiera se puede descubrir, atormentar, regocijar, burlar o enojar; se vale todo en esta tierra en donde todo puede pasar.
1 comentario:
Chido mi mostra, hablamos sobre el tema y viene surgiendo algo muy chido.
Me voy a los reteapretados defes para continuar con mi labor de investigación (todavía hay historiadores que buscan en los archivos por más increíble que esto parezca), pero como dijo McArthur
Saludos y abrazos muchos y apretados.
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