jueves, mayo 19, 2005

10 de mayo en 20

El diez de mayo, día de las madres en México, siempre me había parecido una fecha innecesaria, un pretexto comercial, una estrategia publicitaria. Desde los "tiernos" anuncios en los que aparecen niños regordetes y rubios de sonrisas poco menos que angélicales entregándoles florecitas o ranas a las mamás, hasta el bombardeo gastronómico anunciando los restaurantes más "inn" para festejar a "esa mujer especial" , me provocaba hasta cierto punto: pereza televisiva, y eso es demasiado en una mujer que ha vivido el 40% de su tiempo sentada frente al televisor con un control remoto en sus manos.
Incluso en los canales del cable, los de las series, Warner Channel y Sonny, hacen una programación especial para conmemorar el día de las madres pasando durante todo el 10 de mayo, o el fin de semana inmediato, los episodios más bizarros de sus comedias para demostrar una vez más y como siempre la unicidad compartida de las madres.
Otra pereza aún más preocupante, era el pensar cómo o con qué homenajear a mi madre; recuerdo los torrentes ideológicos que pasaban por mi cerebro cuando el calendario me anunciaba los primeros días de mayo, había que pensar cuál sería el regalo ideal para mi mamá, desde la planta de orquídeas que siempre ha deseado, hasta la veladora de diseño más innovador que a mí me gusta; la discusión desgastante, en caso de no haberle comprado nada, de invitarla a comer a algún restaurante y el consabido discurso de "hoy no, mejor otro día --que curiosamente nunca llega--, hoy todo está lleno", mi resignación ahogada en remordimientos y dejar el día que pase sin que pase realmente nada, hasta el próximo año, hasta el año que viene y ahora sí que no se me olvide comprarle nada.
Dicen que es de sabios cambiar de opinión, y también de madres, ¿será que las madres son sabias?, recientemente me acabo de hacer socia al club de madres, si es que hay tal organismo, y para mi sorpresa, este año esperaba el 10 de mayo con cierta ilusión, la que tuvo a bien inscribirme de madre, a penas tiene un año y medio, pero a veces creo verla más grande y madura que yo. El pasado diez de mayo me despertó con su muy particular manera de "hacer porras": ¡bim,bom,ba, mamá, mamá, yayaya!, fue lo que escuché a voz en grito desde su habitación, me levanté un poco escéptica, pensando que mis ganas de sentirme madre el 10 de mayo me habían cruzado los cables, finalmente mi hija a penas habla. De nuevo se escuchó "bim bom bá, mamá, mamá, ya ya ya!!!" y justo después, el conocidísimo "mamáaa veeeen" de mi hija. Creo que ni cuando llora me he levantado tan rápido, mi hija sabe echar porras y me enseñó que aprendió esa gracia justo el 10 de mayo. Por supuesto que lleva toda la semana echando porras a diestra y siniestra a su abuela, a su abuelo, al perro, a su mamá, a la basura, a la pipí, a la popó... pero la primera fue el 10 de mayo y fue para su mamá.
Como egresada de una carrera con enfoque humanístico, y parafraseando al buen Mostro, uno se cree que por ser de Letras, como en mi caso, uno tiene el derecho a sentirse y creerse diferente, distinto, intolerante, escéptico, agnóstico y todo lo que pueda ir en contra de la corriente "común" en la que estamos inmersos; por eso en parte mi antigua aversión al 10 de mayo, aunque también fuera, ahora lo tengo que reconocer, porque no era madre.
Motivos más, motivos menos, felicidades a las madres por madres, que se la pasen a toda madre y si estoy festejando el 10 en 20, es porque mañana mi pequeña talibana bailará rock and roll (??!!) en un auditorio para su mamá.

1 comentario:

Ernesto Rodsan dijo...

Muy bueno mostra, como siempre. Y claro, aquí se aplica la máxima de "no que no tronabas pistolita..."