lunes, septiembre 11, 2006

Sexweekend en Morelia o la radicalización de las ideas como excusa para terminar lo que nunca comenzó.



El fin de semana estuve visitando a un amigo en la ciudad de Morelia. La cosa estaba clara, darnos un encerrón en su depa y tocar fondo en la exploración sensorial mutua hasta salir con las rodillas temblando. Y sucedió todo, menos eso. Llegué a Morelia con la sensación encontrada de "sí, ya estuvo bueno de andar tripeando por Mi Innombrable" y la de "esto es un error, la estoy regando y no habrá papel del baño en el planeta que alcance para limpiar el desmadre". De todos modos llegué hasta el departamento de MR. P., a eso de las 8 de la noche. Fuimos al súper a comprar agua, una botellita de vino y chucherías para gusguear durante mi estancia

(Fritos con limón y salsa valentina amarilla, indispensabilísimos) y por supuesto coca-cola, que está siempre en los grandes eventos...

Regresamos al depa. Los besos no encuadraban, o chocaban las narices, o las manos no se ponían donde debían, cero comunicación física. Definitivamente después de lo vivido y sentido con Mi Adorado Innombrable, mi punto de comparación sexual estaba muy por encima de ese intento de acoplamiento que nomás no se dió por ninguna parte, aunque se hizo el intento, no soy mujer que deje las batallas a medio terminar. Dormimos toda la noche.

Noche de viernes sexual en la jeta total, gracias.

El sábado por la mañana, nos levantamos tarde, fuimos a desayunar gordas con jugo de naranja, regresamos al departamento y me pasé 4 horas continuas frente a la televisión mientras MR. P. revisaba fuentes y mandaba cables informativos a no sé cuántos periódicos de la región. Salió y regresó con un pollo pepe. Comimos casi en silencio, sólo hablábamos haciendo alusión a las propiedades del pollo, al sabor de la salsa, a los totopos, etc. Terminando de comer regresamos a la cama y nos jeteamos otro rato. Despertamos y pusimos la película "voces inocentes", con el terrible resultado final que me provoca esa película, el llanto incontenible, snob snob sniff sniff, le pregunto si vamos a salir y me dice que en un rato más nos vamos al centro, me meto a bañar, me arreglo para salir y sorpresa!, estaban pasando las finales de la WNBA y quería ver quién ganaba. Me voy a la computadora, abro el messenger, sólo primavera en línea, chateamos un rato, nos despedimos, regreso a la cama y estaba dormido. Regreso al baño, me pongo la pijama y también me acuesto a dormir. En algún momento siento su brazo buscándome, me retiro un poco más y...

Despierto el domingo con unas ganas inmensas de chingarle la vida al primero que se me ponga enfrente, y quién creen que estaba sonriéndome sin ganas de reír?

"Quiero café negro con bisquets para desayunar". Después de presentarme varias opciones, insisto con mi necesidad de cafeína y pan con mermelada, ante mi intransigencia, salimos y tomamos un camión rumbo al centro. Casi no hablamos. La neta yo ya no tenía nada qué hablar, no había nada que nos encontrara. Llegamos caminando al Café Europa, en los portales, justo frente a Catedral.

Morelia es bella, bellísima, su cantera rosa, sus calles, su gente, me relaja tanto... Estaba casi de buen humor, cuando se me ocurre comentar en relación a los títeres gigantes alusivos a Fox y Calderón que ocupaban gran parte de la plaza a un costado de la iglesia y que también está tomada por la Convención Nacional del Peje, "sería bueno que un investigador social o político se aventara una investigación sobre las manifestaciones artístico-culturales de las campañas políticas en el país". A lo que mi interlocutor, respondió "¿Es lo único que se te ocurre ante un momento tan importante en nuestro país?", vamos a discutir, pensé. La veía venir como cuando uno está esperando el pitido de la olla de presión. Empecé en tono moderado, a dar mis puntos de vista. Me acusó de calderonista. Me confesé afecta a Patricia Mercado. Se rió por mi postura. Me empecé a encabronar y terminamos casi gritándonos ante la mirada curiosainteresadadivertida, de una extranjera que desayunaba en la mesa contigua. Sin importarme el show que estábamos dando (al final dudo mucho volver a encontrarme con la gente que estaba en aquel maravilloso cafecito moreliano), ventajas del anonimato que da el ser extranjero al menos estatalmente hablando. Para terminar con la discusión política que, estoy segura, fue consecuencia de no haber logrado el objetivo cogitivo-primario del viaje, terminé siendo partidaria del

"Exterminio paulatino de 70 millones de mexicanos en extrema pobreza, bajo el yugo del neoconservadurismo y las políticas neoliberales adoptadas vía imitación al Imperio Capitalista".

En este punto no sabía si reír, aplaudir o entonar con toda la parsimonia posible el Himno Nacional Mexicano. Con la risa en mitad de la garganta, me excusé diciendo que necesitaba ir al baño. Me levanté y conocí el interior del dichoso café...


Cuando salí, pedimos la cuenta, que yo pagué, no porque él no hubo sacado la cartera, sino porque había sido mi caprichito mañanero y porque yo quise pagarle el desayuno y la enfrentona. Y caminamos rumbo al Museo del Dulce.


Ahí nos recibió una señora maravillosa, que me dió una explicación magnífica de la historia del dulce en la región y luego agarré mi canastita para comprar alguna que otra delicia de las que ahí venden: ates de macadamia, membrillo y guayaba, obleas rellenas de cajeta, jamoncillos de leche, tiras de ate, etc. Todo esto lo pagó él.

Regresamos al departamento en el más absoluto silencio. Marcó para llamar al taxi y me dijo que tenía mucho trabajo por hacer, así que le dije que no se molestara en llevarme a la central y tomando mi maleta salí del departamento, contenta por regresar a mi mundo, que si bien no es el perfecto, es el mejor lugar en el que puedo estar.

1 comentario:

El leprosario dijo...

Vaya, así es esto, son solo segundos y el viaje a la luna se convierte en explosión y caída libre!!

Ánimo niña, pudo ser peor.
(se de lo que hablo)