Regresar...
Han pasado algunos años y mucha agua ha corrido bajo el puente. No voy a caer en la presunción de la evolución como persona, realmente no hay nada que presumir. Los años han sido difíciles, algunos amargos sabor a quimioterapia, otros dolieron como si no hubiera otra cosa que sentir, otros años, quizá solo fueron meses, se fueron lento, despacito, como si cada día le pidiera permiso al otro para llegar. Necesito desentumir mis dedos, volver a escribir. Reencontrarme con mis piensos y mis letras. Me declaro introvertida. Tuve que pasar mucho tiempo sola, crecer en silencio para darme cuenta de que si bien me encantan las personas, no sé estar entre ellas. Me aburro, me desaliento, no sé qué decir que pueda parecer interesante sin que llegue a ser presuntuoso y tampoco soy de charla sencilla. Prefiero el silencio detrás del monitor, aunque la biblioteca esté llena de niños y plática o proyectos en ciernes. Prefiero mi yo conmigo, tan seguro, tan coherente, tan mío.
Sigo siendo adicta al autoboicot, no termino lo que comienzo, no comienzo lo que tendría que haber iniciado hace años. Todo a medias. Todo siempre en el vórtice. Todo listo para terminarse y no termino. Y no importa. De verdad, hay muchas cosas que las personas creen que son importantes: la tesis, el sobrepeso, el cabello, la vista, la agilidad mental y física, la rapidez, la perfección, lo bonito, lo agradable, lo sencillo. Y yo soy la antítesis de todas estas preocupaciones cotidianas. Y me sé sola con ellas, ante ellas. Cuando nadie se mete, no pasa nada.El problema está en los bienintencionados que siempre buscan mejorar el panorama. Ahora sí, díganme malagradecida.
Sigo siendo madre; ahora de una adolescente. Buena hija, respetuosa, empática y voluntariosa. Seguro llegará lejos. Sigo casi completa: amputada de padre y del seno izquierdo; ambas pérdidas a cual más de dolorosas, casi llevaderas... casi. Sigo enamorada y sin querer aterrizar ni caer en la cotidianidad de los seis años que llevamos juntos él y yo. Sigo insegura. Sigo celosa. Sigo...
Y aquí estoy, de regreso, organizando mis ideas o al menos muriendo en el intento. Gracias por leerme.
lunes, mayo 09, 2016
sábado, marzo 05, 2011
carta a un automovilista desconocido
llegando a casa, 5 de marzo de 2011.
Distinguido Señor:
Debo aclararle que lo de "distinguido" se lo digo en serio; no de dientes para afuera, como todas esas cartas que salen de las oficinas llenas de formalismos y acartonamientos. Darle la distinción es porque de alguna manera el día de hoy usted me distinguió entre x cantidad de personas y mujeres que pudieron haberse cruzado en su camino esta mañana.
No sé los motivos que lo hayan impulsado a detener su automóvil en mitad de la cuadra, cuando yo apenas bajaba mi pié de la acera. Quizá haya sido el que me viera cargando un bote de "Suavitel" y otros artículos de limpieza; aunque también pudo haber sido mi cabello tan rojo; y si me atrevo a ser más quisquiollosa (optimista) pudo haber sido el nuevo tono de mi labial, o la sonrisa que dibujaba mis labios al recordar alguna ocurrencia de la que pude haberme acordado en el momento en que usted me veía y yo intentaba bajar dignamente la banqueta.
Sé que de no haberse detenido, yo habría tenido que hacerlo, sería muy poco elegante ser atropellada cargando artículos de limpieza para la casa. Sin contar, por supuesto, que al atravesar en mitad de la cuadra, el departamento de Tránsito y Vialidad lo eximiría casi de cualquier tipo de responsabilidad por mi irresponsabilidad al atravesar antes de llegar al paso zebra peatonal.
No lo conozco, pero agradezco su gentileza y su sonrisa. De alguna manera hizo que me olvidara por un momento de que vivo en una ciudad en la que el miedo se ha apoderado de automovilistas y transeuntes; de ricos y de pobres. Una ciudad que ha sido tomada por los automovilistas desde hace muchos años, en la que parecen ser ellos los que deben pasar primero. Usted es diferente y eso alegró mi mañana.
Distinguido señor automovilista; ojalá no se olvide de mi cabello, de mi labial, de mi sonrisa o del suavitel; por si en otra circunstancia nos volvemos a toparal menos pueda corresponder a su sonrisa que por mi timidez escondí entre el pavimento y mis ojos.
Distinguido Señor:
Debo aclararle que lo de "distinguido" se lo digo en serio; no de dientes para afuera, como todas esas cartas que salen de las oficinas llenas de formalismos y acartonamientos. Darle la distinción es porque de alguna manera el día de hoy usted me distinguió entre x cantidad de personas y mujeres que pudieron haberse cruzado en su camino esta mañana.
No sé los motivos que lo hayan impulsado a detener su automóvil en mitad de la cuadra, cuando yo apenas bajaba mi pié de la acera. Quizá haya sido el que me viera cargando un bote de "Suavitel" y otros artículos de limpieza; aunque también pudo haber sido mi cabello tan rojo; y si me atrevo a ser más quisquiollosa (optimista) pudo haber sido el nuevo tono de mi labial, o la sonrisa que dibujaba mis labios al recordar alguna ocurrencia de la que pude haberme acordado en el momento en que usted me veía y yo intentaba bajar dignamente la banqueta.
Sé que de no haberse detenido, yo habría tenido que hacerlo, sería muy poco elegante ser atropellada cargando artículos de limpieza para la casa. Sin contar, por supuesto, que al atravesar en mitad de la cuadra, el departamento de Tránsito y Vialidad lo eximiría casi de cualquier tipo de responsabilidad por mi irresponsabilidad al atravesar antes de llegar al paso zebra peatonal.
No lo conozco, pero agradezco su gentileza y su sonrisa. De alguna manera hizo que me olvidara por un momento de que vivo en una ciudad en la que el miedo se ha apoderado de automovilistas y transeuntes; de ricos y de pobres. Una ciudad que ha sido tomada por los automovilistas desde hace muchos años, en la que parecen ser ellos los que deben pasar primero. Usted es diferente y eso alegró mi mañana.
Distinguido señor automovilista; ojalá no se olvide de mi cabello, de mi labial, de mi sonrisa o del suavitel; por si en otra circunstancia nos volvemos a toparal menos pueda corresponder a su sonrisa que por mi timidez escondí entre el pavimento y mis ojos.
domingo, diciembre 19, 2010
dando vuelta a la hoja
una palabra, una l¡nea, una pág¡na, un cap¡tulo, con much¡s¡ma suerte, un l¡bro que se c¡erra para empezar una nueva palabra, otra l¡nea, un nuevo cap¡tulo; otro l¡bro por escr¡b¡rse.
No hay palabras por correg¡r. No hay por que regresar sobre los pasos dados. No hay ruta por volver a trazar. M¡ geo-graf¡a la hago cam¡nando. No t¡ene d¡v¡s¡ones pol¡t¡cas. Tampoco una rel¡g¡ón def¡n¡da. Se sabe que no somos blanqu¡azules, aunque algún rel¡g¡oso nos haya recordado hace 10 años que el c¡elo era azul y blanco... falsas promesas que han der¡vado en un baño de sangre y lágr¡mas sobre un pa¡s como barqu¡to de papel a la der¡va en un r¡o revuelto. Se sabe, tamb¡én, que se cree en la energ¡a, se el¡g¡ó creer en un D¡os mensajero de amor y t¡empos mejores, y a veces jugamos a la ad¡v¡na y sabemos qué palabra es la s¡gu¡ente, s¡ abr¡mos un nuevo párrafo o cerramos el l¡bro para dejarlo dorm¡r la s¡esta de los d¡as entre otros l¡bros que nos trajeron sonr¡sas, lágr¡mas, alegr¡as y d¡scus¡ones, encuentros y desencuentros.
2010 nos trajo la d¡cha de los reencuentros, aunque fueran v¡rtuales: Karla, Sof¡a, D¡nora, Tr¡c¡a, R¡cardo. Compañeros de las que fueron las ùlt¡mas generac¡ones de la Facultad de Letras de la Un¡vers¡dad de Guadalajara, antes de que se conv¡rt¡era en este amas¡jo de campus, d¡v¡s¡ones, d¡recc¡ones,coord¡nac¡ones, departamentos, etc.
La ¡ lat¡na se puso en huelga y dejó de func¡onar en m¡ teclado desde hace var¡os meses. Alabados los s¡gnos de exclamac¡ón que no se rajan y hacen de ¡es aunque no se acentúen.
M¡ "San¡" se h¡zo mamá y yo le tomé una foto a la luna que trajo a Jul¡eta, pero hasta hoy (y lo d¡go con c¡erta pena) conoc¡ a la n¡ña que estuv¡mos esperándo entre lágr¡mas, sueños, alegr¡as y plát¡cas. Hoy conoc¡mos a Jul¡eta. 8 meses después de que llegara a este mundo. No fue tarde. Fue el momento perfecto para reencontrarme con m¡ am¡ga y plat¡car y vernos b¡en, fuertes, enteras, como fu¡mos juntas, como somos ahora que la d¡stanc¡a y nuevos proyectos nos alejan.
M¡ pr¡ncesa de los r¡zos fur¡osos está conoc¡endo a su papá. Se comun¡can. Hablan. Se enamoran con canc¡ones o palabras dulces. Se están hac¡endo cómpl¡ces. Se están quer¡endo. El t¡empo de los temores y las h¡ster¡as han dado paso a las responsab¡l¡dades compart¡das. Lav¡n¡a t¡ene un papá al que adora y a qu¡en está conc¡endo poco a poco, como s¡ estuv¡eran preparando entre los dos un gran banquete, una gran f¡esta en la que ellos dos son los ¡nv¡tados de honor. Yo la veo sana, segura, alegre, fuerte. Es lo ún¡co que ¡mporta.
Se ama y se dejó de amar. Se aprend¡ó y se v¡v¡ó lo que la v¡da ten¡a por ofrecernos este año. Se crec¡ó y como cualqu¡er crec¡m¡ento, dol¡ó ese est¡ram¡ento de los músculos del corazón. Las ¡deas se resolv¡eron. Las dudas s¡guen sumándose. Pero hay un nombre jugando entre m¡s lab¡os y hab¡ta un segundo de m¡ resp¡rac¡ón.
Se compart¡ó la mús¡ca. Tuve oportun¡da de ¡r a escuchar a F¡to con m¡ am¡ga Tr¡c¡a y su h¡ja. Retomamos las andanzas en los pas¡llos de la F¡L y recorr¡mos recordando, sonr¡endo y descansando de vez en vez para fumarnos un c¡garr¡to y hablar y hablar y hablar... como s¡empre que nos sentamos Tr¡c¡a y yo desde hace ya tantos años. Que sean muchos más.
Segu¡ de profe. Resulta que me gusta ser profe. Y parece que les ca¡go b¡en a m¡s v¡ct¡mas. Eso es bueno. Estoy en un momento de d¡vers¡ón comb¡nada con labor¡os¡dad; exper¡mentando emoc¡ones entre tantos chavos. Trabajando para encontrar elmejor cam¡no, la mejor lectura para engancharlos entre las palabras y el papel.
No hay certezas. No las busco. Tampoco las neces¡to. Los m¡os están y s¡guen s¡endo m¡os. El corazón s¡gue bat¡éndose con la sangre y las emoc¡ones. La qu¡m¡ca se hace m¡lagro en m¡ cerebro y vuelvo a pensar, surgen las ¡deas; se fortalecen los mot¡vos para sonre¡r y segu¡r cam¡nando.
Se fueron personas ¡mportantes este año. Qu¡zá uno de los que más dol¡ó fue m¡ padr¡no Roberto, am¡go entrañable de m¡ papá. T¡o adopt¡vo de m¡ ¡nfanc¡a. Me dol¡ó que se fuera, ¡rón¡camente, como para que lo recordara s¡empre, el 26 de sept¡embre; el m¡smo d¡a del cumple de m¡ papá. Grac¡as por acertar el d¡a, padr¡no. Grac¡as por quedarte en el corazón de m¡ papá y en m¡ recuerdo de n¡ña. Hoy, hace unas horas, seguramente m¡entras jugaba con Jul¡eta entre m¡s brazos, o qu¡zá m¡entras ¡ntentaba hacer que Lav¡n¡a desayunara un poco mejor; mur¡ó "La Pr¡eta" Navarro, otra t¡a adopt¡va de la ¡nfanc¡a. Am¡ga peleonera y sol¡dar¡a ¡ncansable de m¡ mamá. Qu¡en supo ret¡rarse a t¡empo y a qu¡en nunca se le quedó un palabra atorada. Lo d¡jo todo. Cayò b¡en y fue cr¡t¡cada, pero fue una señora s¡empre respetada a qu¡en adm¡ré y qu¡se mucho. QDEP.
Con esto qu¡ero cerrar el año. No qu¡ero que mañana o la próx¡ma semana me descubran más not¡c¡as tr¡stes. No qu¡ero hablar de pol¡t¡ca, n¡ de m¡ pa¡s, porque de eso ya tenemos mucho todos los d¡as. Porque me duele hasta la médula la ¡mpun¡dad con que se mata, roba o secuestra en m¡ pa¡s... pero, d¡je que no hablar¡a de Méx¡co, porque me duele y hoy no qu¡ero caer en la trampa del desasoc¡ego y el desconsuelo.
Estoy cerrando el año b¡en, completa. Con los amores ¡ntactos pero s¡empre d¡nám¡cos, crec¡endo y d¡latándose, como resp¡rar. Seres v¡vos que me hacen cam¡nar más de pr¡sa, saltar, re¡rme, cantar, soñar, desear. Verbos en ¡nf¡n¡t¡vo. Todo está por hacerse.
Para t¡, que me lees hoy, que pasas por esta nota. Te deseo lo mejor en esta temporada en la que todos nos deseamos lo mejor. Te agradezco el t¡empo y la constanc¡a. El ¡nterés y la sonr¡sa. Nos estaremos v¡endo en el estanque o en el r¡o el próx¡mo año. M¡entras tanto...
No hay palabras por correg¡r. No hay por que regresar sobre los pasos dados. No hay ruta por volver a trazar. M¡ geo-graf¡a la hago cam¡nando. No t¡ene d¡v¡s¡ones pol¡t¡cas. Tampoco una rel¡g¡ón def¡n¡da. Se sabe que no somos blanqu¡azules, aunque algún rel¡g¡oso nos haya recordado hace 10 años que el c¡elo era azul y blanco... falsas promesas que han der¡vado en un baño de sangre y lágr¡mas sobre un pa¡s como barqu¡to de papel a la der¡va en un r¡o revuelto. Se sabe, tamb¡én, que se cree en la energ¡a, se el¡g¡ó creer en un D¡os mensajero de amor y t¡empos mejores, y a veces jugamos a la ad¡v¡na y sabemos qué palabra es la s¡gu¡ente, s¡ abr¡mos un nuevo párrafo o cerramos el l¡bro para dejarlo dorm¡r la s¡esta de los d¡as entre otros l¡bros que nos trajeron sonr¡sas, lágr¡mas, alegr¡as y d¡scus¡ones, encuentros y desencuentros.
2010 nos trajo la d¡cha de los reencuentros, aunque fueran v¡rtuales: Karla, Sof¡a, D¡nora, Tr¡c¡a, R¡cardo. Compañeros de las que fueron las ùlt¡mas generac¡ones de la Facultad de Letras de la Un¡vers¡dad de Guadalajara, antes de que se conv¡rt¡era en este amas¡jo de campus, d¡v¡s¡ones, d¡recc¡ones,coord¡nac¡ones, departamentos, etc.
La ¡ lat¡na se puso en huelga y dejó de func¡onar en m¡ teclado desde hace var¡os meses. Alabados los s¡gnos de exclamac¡ón que no se rajan y hacen de ¡es aunque no se acentúen.
M¡ "San¡" se h¡zo mamá y yo le tomé una foto a la luna que trajo a Jul¡eta, pero hasta hoy (y lo d¡go con c¡erta pena) conoc¡ a la n¡ña que estuv¡mos esperándo entre lágr¡mas, sueños, alegr¡as y plát¡cas. Hoy conoc¡mos a Jul¡eta. 8 meses después de que llegara a este mundo. No fue tarde. Fue el momento perfecto para reencontrarme con m¡ am¡ga y plat¡car y vernos b¡en, fuertes, enteras, como fu¡mos juntas, como somos ahora que la d¡stanc¡a y nuevos proyectos nos alejan.
M¡ pr¡ncesa de los r¡zos fur¡osos está conoc¡endo a su papá. Se comun¡can. Hablan. Se enamoran con canc¡ones o palabras dulces. Se están hac¡endo cómpl¡ces. Se están quer¡endo. El t¡empo de los temores y las h¡ster¡as han dado paso a las responsab¡l¡dades compart¡das. Lav¡n¡a t¡ene un papá al que adora y a qu¡en está conc¡endo poco a poco, como s¡ estuv¡eran preparando entre los dos un gran banquete, una gran f¡esta en la que ellos dos son los ¡nv¡tados de honor. Yo la veo sana, segura, alegre, fuerte. Es lo ún¡co que ¡mporta.
Se ama y se dejó de amar. Se aprend¡ó y se v¡v¡ó lo que la v¡da ten¡a por ofrecernos este año. Se crec¡ó y como cualqu¡er crec¡m¡ento, dol¡ó ese est¡ram¡ento de los músculos del corazón. Las ¡deas se resolv¡eron. Las dudas s¡guen sumándose. Pero hay un nombre jugando entre m¡s lab¡os y hab¡ta un segundo de m¡ resp¡rac¡ón.
Se compart¡ó la mús¡ca. Tuve oportun¡da de ¡r a escuchar a F¡to con m¡ am¡ga Tr¡c¡a y su h¡ja. Retomamos las andanzas en los pas¡llos de la F¡L y recorr¡mos recordando, sonr¡endo y descansando de vez en vez para fumarnos un c¡garr¡to y hablar y hablar y hablar... como s¡empre que nos sentamos Tr¡c¡a y yo desde hace ya tantos años. Que sean muchos más.
Segu¡ de profe. Resulta que me gusta ser profe. Y parece que les ca¡go b¡en a m¡s v¡ct¡mas. Eso es bueno. Estoy en un momento de d¡vers¡ón comb¡nada con labor¡os¡dad; exper¡mentando emoc¡ones entre tantos chavos. Trabajando para encontrar elmejor cam¡no, la mejor lectura para engancharlos entre las palabras y el papel.
No hay certezas. No las busco. Tampoco las neces¡to. Los m¡os están y s¡guen s¡endo m¡os. El corazón s¡gue bat¡éndose con la sangre y las emoc¡ones. La qu¡m¡ca se hace m¡lagro en m¡ cerebro y vuelvo a pensar, surgen las ¡deas; se fortalecen los mot¡vos para sonre¡r y segu¡r cam¡nando.
Se fueron personas ¡mportantes este año. Qu¡zá uno de los que más dol¡ó fue m¡ padr¡no Roberto, am¡go entrañable de m¡ papá. T¡o adopt¡vo de m¡ ¡nfanc¡a. Me dol¡ó que se fuera, ¡rón¡camente, como para que lo recordara s¡empre, el 26 de sept¡embre; el m¡smo d¡a del cumple de m¡ papá. Grac¡as por acertar el d¡a, padr¡no. Grac¡as por quedarte en el corazón de m¡ papá y en m¡ recuerdo de n¡ña. Hoy, hace unas horas, seguramente m¡entras jugaba con Jul¡eta entre m¡s brazos, o qu¡zá m¡entras ¡ntentaba hacer que Lav¡n¡a desayunara un poco mejor; mur¡ó "La Pr¡eta" Navarro, otra t¡a adopt¡va de la ¡nfanc¡a. Am¡ga peleonera y sol¡dar¡a ¡ncansable de m¡ mamá. Qu¡en supo ret¡rarse a t¡empo y a qu¡en nunca se le quedó un palabra atorada. Lo d¡jo todo. Cayò b¡en y fue cr¡t¡cada, pero fue una señora s¡empre respetada a qu¡en adm¡ré y qu¡se mucho. QDEP.
Con esto qu¡ero cerrar el año. No qu¡ero que mañana o la próx¡ma semana me descubran más not¡c¡as tr¡stes. No qu¡ero hablar de pol¡t¡ca, n¡ de m¡ pa¡s, porque de eso ya tenemos mucho todos los d¡as. Porque me duele hasta la médula la ¡mpun¡dad con que se mata, roba o secuestra en m¡ pa¡s... pero, d¡je que no hablar¡a de Méx¡co, porque me duele y hoy no qu¡ero caer en la trampa del desasoc¡ego y el desconsuelo.
Estoy cerrando el año b¡en, completa. Con los amores ¡ntactos pero s¡empre d¡nám¡cos, crec¡endo y d¡latándose, como resp¡rar. Seres v¡vos que me hacen cam¡nar más de pr¡sa, saltar, re¡rme, cantar, soñar, desear. Verbos en ¡nf¡n¡t¡vo. Todo está por hacerse.
Para t¡, que me lees hoy, que pasas por esta nota. Te deseo lo mejor en esta temporada en la que todos nos deseamos lo mejor. Te agradezco el t¡empo y la constanc¡a. El ¡nterés y la sonr¡sa. Nos estaremos v¡endo en el estanque o en el r¡o el próx¡mo año. M¡entras tanto...
jueves, julio 01, 2010
otra cosa
a veces me da por pensar que me gustaría ser músico, bailarina, escultora, pintora o actriz, cualquier cosa que me permitiera expresar mis sentimientos y emociones sin nombrarlas.
y sin embargo...
sigo siendo este amasijo de letras e imágenes, de figuras y puntos que en momentos se me enrredan entre el corazón y los pulmones y surgen las palabras más densas, las emociones más oscuras, los sueños más bizarros. Y entonces me pongo a escribir, se van hilando las palabras, una a una, tejiendo claridades, creando conceptos, creando o destruyendo, acariciando o arañando, murmurando o gritando lo que se me va quedando entre los pulmones y el corazón.
necesito encontrar otra cosa que no sean las palabras para no caer en la obviedad, en lo predecible, en el lugar común. necesito encontrar otra cosa que no sean las palabras para quedarme con mis sentimientos en la abstracción, que alguien pueda decir que un día vio una escultura que soñó o que vio en una pintura los colores de una pesadilla que lo desveló.
Ojo: no reniego de las palabras. Sólo digo que no dan lugar a los matices y de un tiempo a la fecha todo lo dejan en blanco y negro. Sin movimiento. Con la vida limitada a la benevolencia que le confío al lector que se cree descubierto o inventado entre mis dedos.
y sin embargo...
sigo siendo este amasijo de letras e imágenes, de figuras y puntos que en momentos se me enrredan entre el corazón y los pulmones y surgen las palabras más densas, las emociones más oscuras, los sueños más bizarros. Y entonces me pongo a escribir, se van hilando las palabras, una a una, tejiendo claridades, creando conceptos, creando o destruyendo, acariciando o arañando, murmurando o gritando lo que se me va quedando entre los pulmones y el corazón.
necesito encontrar otra cosa que no sean las palabras para no caer en la obviedad, en lo predecible, en el lugar común. necesito encontrar otra cosa que no sean las palabras para quedarme con mis sentimientos en la abstracción, que alguien pueda decir que un día vio una escultura que soñó o que vio en una pintura los colores de una pesadilla que lo desveló.
Ojo: no reniego de las palabras. Sólo digo que no dan lugar a los matices y de un tiempo a la fecha todo lo dejan en blanco y negro. Sin movimiento. Con la vida limitada a la benevolencia que le confío al lector que se cree descubierto o inventado entre mis dedos.
sábado, junio 26, 2010
zurcir
zurcir es igual a reparar, arreglar, unir, pegar, componer, remendar, es un verbo transitivo en estricto sentido. uno no puede zurcir el viento, pero sí el tiempo. así mismo, uno no puede zurcir lo que nunca se ha roto.
vengo de una familia de zapateros remendones y siempre ha habido una máquina de coser en casa. paradógicamente yo no sé coser, quizá mi ceguera me lleva a la desesperación cuando me doy cuenta de que ni siquiera puedo ensartar una aguja y entonces desisto de cualquier intento que tenga que ver con hilos y remiendos.
como Herminia, yo tampoco soy Penélope, y no es que no perdone infidelidades ni ausencias de mucho tiempo, no. no soy Penélope porque no sé unir(me) con nada, con nadie.
desde que tengo uso de razón boicoteo mis alegrías, mis amores, mis fiestas, mis vacaciones, mis relaciones. desde que tengo uso de razón la felicidad es un bien lejano al que llego de vez en cuando por accidente, sin buscarlo y cuando parece que estoy a medio milímetro de conseguirla:
puff
se esfuma, desaparece, o soy yo quien la aleja, la rompe, la deshila...
soy muy insegura, lo sé.
hoy no estás, no has estado en los últimos días aunque sí hemos estado juntos, aunque sí hemos platicado y hemos compartido algunas cosas... tú sabes lo que digo... no estás, no has estado y algo como angustia va trepando por mis tobillos como si hiedra, fondeando mi tranquilidad con el desasociego...
vengo de una familia de zapateros remendones y siempre ha habido una máquina de coser en casa. paradógicamente yo no sé coser, quizá mi ceguera me lleva a la desesperación cuando me doy cuenta de que ni siquiera puedo ensartar una aguja y entonces desisto de cualquier intento que tenga que ver con hilos y remiendos.
como Herminia, yo tampoco soy Penélope, y no es que no perdone infidelidades ni ausencias de mucho tiempo, no. no soy Penélope porque no sé unir(me) con nada, con nadie.
desde que tengo uso de razón boicoteo mis alegrías, mis amores, mis fiestas, mis vacaciones, mis relaciones. desde que tengo uso de razón la felicidad es un bien lejano al que llego de vez en cuando por accidente, sin buscarlo y cuando parece que estoy a medio milímetro de conseguirla:
puff
se esfuma, desaparece, o soy yo quien la aleja, la rompe, la deshila...
soy muy insegura, lo sé.
hoy no estás, no has estado en los últimos días aunque sí hemos estado juntos, aunque sí hemos platicado y hemos compartido algunas cosas... tú sabes lo que digo... no estás, no has estado y algo como angustia va trepando por mis tobillos como si hiedra, fondeando mi tranquilidad con el desasociego...
miércoles, junio 23, 2010
sabores infantiles
Ayer, cuando regresábamos de donde anduvimos y me contabas con tu sonrisa de ayer de los dulces, las frutas y las recetas de cocina que tu mamá te preparaba cuando niño; mis sentidos se abrieron y la memoria se estiró mucho... y tanto que de tu mano me fui caminando de regreso a otros tiempos cuando podía comer de todo y todo tenía otro sabor...
quizá uno de los primeros sabores infantiles fue el de la guayaba. No sé si era coincidencia o destino, pero muchas de las casas de providencia en sus patios o jardines tenían árboles frutales y en casi todas había un guayabo. Las vecinas llegaban a mi casa con sus bolsitas llenas de guayabas "Rosita, te traigo del árbol..." y mi mamá les recibía las bolsitas, las invitaba a pasar, se tomaba un café actualizándose de la vida íntima de las muchas amigas que tenía entonces y mal salía una cuando llegaba la otra con su bolsita y su "Rosita, cómo estás, mira, te traje..." y el olor de la guayaba impregnaba la cocina, el refri y entonces creo que me gustaba porque mi mamá todo lo preparaba de guayaba: el agua fresca, el ate, el guayabate, sandwiches de guayabate, lonches de guayabate, ate de guayaba con queso adobera, atole de guayaba, tamales de guayaba. Junto con las guayabas estaban las naranja-limas que se daban en el árbol al fondo del jardín (antes de que lo secara la bugambilia). Recuerdo muchas tardes bajo aquella lima, sentada sobre el pasto pelando y comiendo naranja-limas antes de que Rosita nos llamara adentro para hacer la tarea.
En la escuela había otros gustos: los bolis de "coca" de "don bolis", el paletero al que le permitían entrar a la escuela y hacer vendimia. Las gorditas rellenas de guiso de la esquina de Alfredo R. Placencia y Garibaldi, que les encargábamos a las madres abnegadas que iban a hacer guardia afuera de la primaria durante los recreos para ver si a sus niños no se les ofrecía algo; los lonches de la tiendita de la primaria, con muchísima crema, una rebanada de jamón "de china" (porque podíamos ver a través de la carne lo que había del otro lado), cebolla y chiles jalapeños; acompañados por un "barrilito" de mandarina... Incluso aquella promiscuidad de sandwiches y lonches que se daba en el salón antes de salir a recreo. Rosita siempre se preocupó de la alimentación de sus niñas y nos mandaba a Mónica y a mí, con fruta, sandwich de jamón o huevo frito, gelatina y agua fresca; mismos que intercambiábamos por lonches de chilaquiles o de frijoles. O si no había de otra los vendíamos en el recreo para comprarnos algo menos sano y más sabroso.
Más grandecita conocimos Soyatlán del Oro y nos enamoramos de todo lo que en ese pueblo había... sobre todo de la comida. Pronto aprendimos que si afuera de una casa colgaban una bandera roja por la mañana ésta indicaba que al medio día habría carnitas y chicharrones. Me acuerdo que poquito antes de las 12 nos íbamos con doña Concha para pedirle tortillas recién hechas, nos hacía un itacate con 4 o 6 tortillas y de ahí directitas a "la casa de la bandera" para comer tacos de moruzas de chicharrón con salsa de jitomate y sal de grano. Salíamos de ahí y, como si fuera la visita a los 7 templos, nos íbamos de casa en casa, escuchando la radionovela que todas las señoras escuchaban a la una de la tarde mientras preparaban la comida o sacaban los quesos y las panelas para ponerlas sobre la mesa y recibir a quien llegara. Cómo y cuánto comimos... porque aunque quedábamos satisfechas después de tanto comer, mal daban las 5 de la tarde cuando corríamos a la tienda de Lancho o de don Manuelito Jiménez y ahí comprábamos cualquier cantidad de dulces y pinole para lo que quedara de tarde...
Ayer, cuando veníamos de regreso de donde anduvimos, hiciste que recordara los sabores que llenaron mis días de niña, días que no puedo contar en primera persona porque éramos dos, mi hermana y yo, quienes descubrimos y disfrutamos de todo lo que ahora podríamos reúsarnos a probar nuevamente.
quizá uno de los primeros sabores infantiles fue el de la guayaba. No sé si era coincidencia o destino, pero muchas de las casas de providencia en sus patios o jardines tenían árboles frutales y en casi todas había un guayabo. Las vecinas llegaban a mi casa con sus bolsitas llenas de guayabas "Rosita, te traigo del árbol..." y mi mamá les recibía las bolsitas, las invitaba a pasar, se tomaba un café actualizándose de la vida íntima de las muchas amigas que tenía entonces y mal salía una cuando llegaba la otra con su bolsita y su "Rosita, cómo estás, mira, te traje..." y el olor de la guayaba impregnaba la cocina, el refri y entonces creo que me gustaba porque mi mamá todo lo preparaba de guayaba: el agua fresca, el ate, el guayabate, sandwiches de guayabate, lonches de guayabate, ate de guayaba con queso adobera, atole de guayaba, tamales de guayaba. Junto con las guayabas estaban las naranja-limas que se daban en el árbol al fondo del jardín (antes de que lo secara la bugambilia). Recuerdo muchas tardes bajo aquella lima, sentada sobre el pasto pelando y comiendo naranja-limas antes de que Rosita nos llamara adentro para hacer la tarea.
En la escuela había otros gustos: los bolis de "coca" de "don bolis", el paletero al que le permitían entrar a la escuela y hacer vendimia. Las gorditas rellenas de guiso de la esquina de Alfredo R. Placencia y Garibaldi, que les encargábamos a las madres abnegadas que iban a hacer guardia afuera de la primaria durante los recreos para ver si a sus niños no se les ofrecía algo; los lonches de la tiendita de la primaria, con muchísima crema, una rebanada de jamón "de china" (porque podíamos ver a través de la carne lo que había del otro lado), cebolla y chiles jalapeños; acompañados por un "barrilito" de mandarina... Incluso aquella promiscuidad de sandwiches y lonches que se daba en el salón antes de salir a recreo. Rosita siempre se preocupó de la alimentación de sus niñas y nos mandaba a Mónica y a mí, con fruta, sandwich de jamón o huevo frito, gelatina y agua fresca; mismos que intercambiábamos por lonches de chilaquiles o de frijoles. O si no había de otra los vendíamos en el recreo para comprarnos algo menos sano y más sabroso.
Más grandecita conocimos Soyatlán del Oro y nos enamoramos de todo lo que en ese pueblo había... sobre todo de la comida. Pronto aprendimos que si afuera de una casa colgaban una bandera roja por la mañana ésta indicaba que al medio día habría carnitas y chicharrones. Me acuerdo que poquito antes de las 12 nos íbamos con doña Concha para pedirle tortillas recién hechas, nos hacía un itacate con 4 o 6 tortillas y de ahí directitas a "la casa de la bandera" para comer tacos de moruzas de chicharrón con salsa de jitomate y sal de grano. Salíamos de ahí y, como si fuera la visita a los 7 templos, nos íbamos de casa en casa, escuchando la radionovela que todas las señoras escuchaban a la una de la tarde mientras preparaban la comida o sacaban los quesos y las panelas para ponerlas sobre la mesa y recibir a quien llegara. Cómo y cuánto comimos... porque aunque quedábamos satisfechas después de tanto comer, mal daban las 5 de la tarde cuando corríamos a la tienda de Lancho o de don Manuelito Jiménez y ahí comprábamos cualquier cantidad de dulces y pinole para lo que quedara de tarde...
Ayer, cuando veníamos de regreso de donde anduvimos, hiciste que recordara los sabores que llenaron mis días de niña, días que no puedo contar en primera persona porque éramos dos, mi hermana y yo, quienes descubrimos y disfrutamos de todo lo que ahora podríamos reúsarnos a probar nuevamente.
lunes, junio 21, 2010
Hipotiroidismo
una enfermedad curiosa, floja, adormilada. una enfermedad que provoca intolerancia climática, picos en el carácter, cansancio crónico, menopausia prematura, depresión, sobrepeso, somnolencia...
El hipotiroidismo es una disfunción de la glandula tiroides, que todos tenemos en el cuello, y que por alguna razón que desconozco empieza a trabajar más lentamente volviendo loco al metabolismo... eso de loco es un decir, más bien le baja las pilas a niveles insoportables.
Aparentemente el problema conmigo empezó hace más de dos años, cuando empezaron a medicarme por depresión. Visitas al psicòlogo (magnífico), medicamentos, consejos y libros no fueron suficientes para "curarme" la depre. Meses después del primer diagnóstico, nuevos exámenes hicieron sospechar a la doctora que podría estar padeciendo de menopausia prematura; sugirió hormonas y los medicamentos para la depresión, que tomé religiosamente por varios meses hasta que...
Después de casi un año de idas y venidas, alguien sugirió que podría ser hipotiroidismo. Me mandaron hacer los estudios et voilá le atinaron. Desde entonces los medicamentos son distintos, las indicaciones fueron diferentes, y entre otras cosas se descartó que mi nostalgia provenga de problemas domésticos o conflictos amorosos. Mi tristeza y mi intolerancia, aparentemente, son una consecuencia directa de una glándula que no está funcionando como debiera.
No sé si alegrarme o nostalgiarme aún más por saber que mi carácter ha sido víctima de un cachito de carne y sangre dentro de mi cuello y no de algún tipo de tristeza decadente, interesantísima, digna de un estudio psiquiátrico.
Una vez más, mi vida es tan tranquila que mis cuitas están controladas por la tiroides... damn.
Mañana vuelve a empezar la peregrinación por análisis, estudios y citas médicas. Voy casi resignada a escuchar que seré una mujer feliz, normal, tranquila, apacible, cool.
Cualquier reclamo a este respecto, favor de hacerlo llegar al IMSS-Jalisco.
El hipotiroidismo es una disfunción de la glandula tiroides, que todos tenemos en el cuello, y que por alguna razón que desconozco empieza a trabajar más lentamente volviendo loco al metabolismo... eso de loco es un decir, más bien le baja las pilas a niveles insoportables.
Aparentemente el problema conmigo empezó hace más de dos años, cuando empezaron a medicarme por depresión. Visitas al psicòlogo (magnífico), medicamentos, consejos y libros no fueron suficientes para "curarme" la depre. Meses después del primer diagnóstico, nuevos exámenes hicieron sospechar a la doctora que podría estar padeciendo de menopausia prematura; sugirió hormonas y los medicamentos para la depresión, que tomé religiosamente por varios meses hasta que...
Después de casi un año de idas y venidas, alguien sugirió que podría ser hipotiroidismo. Me mandaron hacer los estudios et voilá le atinaron. Desde entonces los medicamentos son distintos, las indicaciones fueron diferentes, y entre otras cosas se descartó que mi nostalgia provenga de problemas domésticos o conflictos amorosos. Mi tristeza y mi intolerancia, aparentemente, son una consecuencia directa de una glándula que no está funcionando como debiera.
No sé si alegrarme o nostalgiarme aún más por saber que mi carácter ha sido víctima de un cachito de carne y sangre dentro de mi cuello y no de algún tipo de tristeza decadente, interesantísima, digna de un estudio psiquiátrico.
Una vez más, mi vida es tan tranquila que mis cuitas están controladas por la tiroides... damn.
Mañana vuelve a empezar la peregrinación por análisis, estudios y citas médicas. Voy casi resignada a escuchar que seré una mujer feliz, normal, tranquila, apacible, cool.
Cualquier reclamo a este respecto, favor de hacerlo llegar al IMSS-Jalisco.
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