Hablo de tiempo y es tan relativo... ayer me quejaba del calor tan terrible que me agobia las ideas y hoy ni siquiera he pensado encender el ventilador. Ayer me dolía una idea y hoy quiero creer que los piensos y los sientos vuelven a su cauce normal pero distintos.
Me gusta la lluvia, pero no las tormentas. La lluvia me ayuda a relajarme, creo que hasta duermo mejor. Las tormentas me alteran. Si hay rayos y truenos soy yo quien acude a la cama de mi niña y me quedo quietecita a su lado, no sin cierta vergüenza por ser yo quien sale a buscar su abrigo y no a la inversa.
Estoy esperando la lluvia. Quizá esta noche no llegará como quisiera, puntual, precisa, íntima. Quizá se tome su tiempo, como buen amante. Tiempo para observar y saberse observada. Tiempo, hacerse desear.
Ven lluvia, suavecita, quietita, ven, arrúllame que hoy mis letras son tristísimas sin ti, sin el portugués, sin un soneto que pudiera decirle la falta que le hará a mis piensos.
Allá abajo, en la calle, pasos presurosos, risas jóvenes y voces niñas ignoran lo que invento y pienso y siento... imposible que sepan cuánto los envidio en su risa y en su juventud y que quisiera volver el tiempo una semana, nada más, volver a ser la niña de tus ojos, volverte a sonreír y soñar que soy mejor contigo.
1 comentario:
En esta lluvia melancólica en que una se bebe la tristeza de una ausencia en Lanzarote como café amargo, tus palabras se degustan y se disfrutan como el rítmico caer de las gotas de agua.
Gracias por escribir.
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