jueves, noviembre 30, 2006

El Moro

"Sufro la inmensa pena de tu extravío,
siento el dolor profundo de tu partida,
y lloro, sin que tú sepas que el llanto mío
tiene lágrimas negras, tiene lágrimas negras
como mi vida..."
Los dos sabemos que no puede pasar nada. No han sido necesarios las precauciones, estar atentos al calendario, hacer uso de preservativos, métodos de anticoncepción, remedios caseros contra el mal de amores. Y sin embargo…

El diagnóstico de los seis médicos que me han revisado nunca ha presentado diferencias. Soy estéril desde la tarde en que el Moro me levantó en astas por la ingle durante dos segundos, para luego soltarme violentamente contra la arena entre convulsiones, mis gritos y el silencio total del público. Me dicen, los médicos, la familia, los amigos, que corrí con suerte. El cuerno pudo haber llegado a perforar la arteria y hubiera muerto en cuestión de minutos…

Van a ser las 12, pronto se reunirán los apoderados para llevar a cabo el sorteo de los toros. Debo prepararme, remover de mi piel la sensación de su cuerpo sobre el mío, deshacerme de sus besos. Concentrarme. Abrir el sobre que ha dejado sobre la mesa, sabiendo de antemano la noticia que llegará para cambiarlo todo o seguir con todo como ha sido hasta ahora. La cama sigue el desorden de nuestros cuerpos.

— Pásame los cigarros del bolso — me ha pedido y ha salido el sobre entre mis dedos.

— ¿Qué es esto?— he preguntado casi sabiendo la respuesta.

— El resultado de mis análisis. Me he sentido cansada, mareada, con sueño… así que fui al médico y me mandó hacer los análisis, sólo por rutina… no creo que sea algo irremediable…

Son las doce. Pronto sabré si será el primero o el cuarto de la tarde. No puede ser otro. El Moro tiene una deuda conmigo y su hijo viene a cobrarla esta tarde. Han pasado seis años desde aquella faena. Y yo que creía que aquella sería mi tarde… seis años que he pasado con Mariana entre las sábanas. Seis años esperando encontrarme con el hijo de el Moro”, seis años luchando sobre esta cama con la misma mujer…

— ¿Has visto la hora que es?, me esperan en la promotora… casi no tengo tiempo para nada… ¿me pasas las medias?, gracias… no iré a la corrida, sabes que no soporto la angustia de verte en el ruedo… te espero aquí, todo saldrá bien… ¿quieres que traiga algo para comer, se te antoja algo en especial para la cena?... ahora me tengo que ir, si piensas en algo, si se te antoja cualquier cosa, mándame un mensaje al celular, ¿va?, cuídate. Bye.

El sobre, Mariana, el Moro, la vida… ¿es posible que en una tarde se resuelva todo?, Mariana no sabe que me enfrentaré, si Dios quiere, contra el hijo del Moro, como no tampoco sabrá que seré el primero en leer el resultado de sus análisis.


— Jesús, qué bueno que me llamas, cuéntame, ¿hicieron el sorteo? Sí es nuestro toro… bien. El hijo del Moro el primero… “Morillo”, menudo nombre… y el Pinto el cuarto. Gracias, nos vemos más tarde.


EPÍLOGO

La nota en el noticiero:


El día de hoy se visitó la casa del que hasta ayer fuera el más grande torero que ha dado nuestro país en los últimos años. El matador Joaquín Bustillos, enfrentó el día de ayer al primero de la tarde, “El Morillo”, hijo del Moro, que fuera el toro que hace seis años lidió en esta misma plaza, sin poder llevar la faena a término por la terrible embestida que recibió entonces. En aquella ocasión, Bustillos ha pedido el indulto para el Moro antes de salir del ruedo, mismo, que en un acto insólito, fue concedido por el juez de plaza. Ayer, el Morillo no ha agradecido el perdón que el torero concediera a su padre hace seis años, dando como resultado el fatal acontecimiento que todos conocemos. Todavía está encendido el altar a la Virgen María y al Sagrado Corazón de Jesús, como esperando ser apagado por el mismo Bustillos. Le sobreviven su esposa, Mariana Bustillos quien, devastada, ha dado la noticia del embarazo de quien sería el primogénito del Torero. Hasta aquí la noticia.




Publicado en Revista Carpeta de Arte "Casiopea", número 12, noviembre 2006. Guadalajara, México.
La fotografía, corresponde a una invitación olvidada o desechada dentro del ruedo de la Plaza de Toros "Nuevo Progreso", en Guadalajara, México, presumiblemente durante la corrida del domingo 5 de noviembre de 2006.

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