miércoles, enero 25, 2006
martes, enero 24, 2006
Crossroads
Entonces lo básico se concentraba en 10 puntos esenciales para estar tranquila:
- Prefiero un buen amigo que un mal novio.
- Cuida tu salud, tendrás larga vida y calidad para disfrutarla.
- La cama es para descansar, para dormir.
- La cocina es centro de reunión.
- Ten presente lo que deseas hacer de tu vida.
- Ten fé.
- Cree en ti misma para que los demás puedan confiar en ti.
- Sé buena
- Inténtalo otra vez.
- El dinero no es la felicidad.
Así, la vida era más sencilla: había deseos reprimidos, porque así debía ser; no fumaba, tampoco tomaba; mi cama era el mejor refugio, sabía perfectamente que siguiendo las instrucciones de la moral en turno, a los 20 estaría casada, a los 22 tendría un hijo y a los 30 estaría celebrando la primera comunión del primogénito. Mi educación religiosa estaba en las manos del Padre Luis y me sensibilizaban, casi hasta las lágrimas, las visitas frecuentes a México, del entonces Papa; mi educación impedía cualquier manifestación de disgusto o inconformidad ante casi cualquier situación; los conceptos “no puedo” o “ahorita” estaban fuera de mi vocabulario y por lo único que debía preocuparme era por estudiar.
Si todo era tan perfecto, si todo era tan sencillo, ¿cuándo se complicaron las cosas?, ¿cuándo dejé la simplicidad para mejor ocasión?, ¿cuándo me dio por fumar?, ¿cuándo le tomé gusto al sabor del vino, al tequila, al vodka?, ¿cuándo comenzó a ser más importante un buen faje que un buen cuate?, ¿cuándo cambié la cocina por la cama como punto de encuentro?, ¿cuándo perdí la brújula y me convertí en una estudiante de Letras?, ¿cuándo me descubrí de 30 y soltera?, ¿cuándo empecé a cuestionar?, ¿cuándo empecé a cuestionarme?, ¿cuándo dejé de ponerle buena cara al mal tiempo?, ¿cuándo colgué mis brazos?, ¿cuándo el dinero fue una preocupación?
Debió ser aquella mañana que me descubrió desnuda, esperando tus manos sin ataduras, invitándome un cigarro que no era mío y al que tomé con tanta fuerza entre mis dedos, que me dolió sentirme viva. O quizá fue en aquel beso cabernet que me robaste después de leerme un texto de Neruda que nunca comprendí y tampoco me explicaste. Tal vez fue cuando me confesaste, sin Cristo de por medio, que no podías dar el paso siguiente por si fracasáramos en el intento. Y entonces dejé de pensar en los hijos, en la vida en común, y me quedé disfrutándote por el tiempo que te me quedaras; sin cuestionarte, sin presionarnos, sabiéndonos juntos, queriéndonos juntos, sin tiempo, sin lugares para encontrarnos y creías en la dirección de mi mirada como si fuera la única luz, la única guía para tus pasos defectuosos.
Todo era tan sencillo, que no me di cuenta de que era el interludio para los desvelos, la fiebre, el llanto y las preguntas; rompiste moldes prehistóricos en mi comportamiento y la noche de pronto tuvo soles y el día se vistió de luna, sólo porque estábamos tú y yo juntos. Los preceptos que seguía con la firmeza de los pasos de mi padre, poco a poco fueron quedándose atrás de mí, como si fueran parte de una galería de buenas intenciones y mejores consejos que empezaron a diluirse, sutilmente, como lágrimas bajo un aguacero, como tinta saliéndose del repuesto, como gritos ahogados por el estruendo del tren.
Un día nos descubrimos adultos en el otro. Tu trabajo robaba las horas que me dabas y un espiral de números y citas por confirmar sustituyeron mis manos entre las tuyas. Nos fuimos quedando solos. Y las noches volvieron a tener 8 horas para dormir y los días comenzaron a tener 16 horas para trabajar y hacer un poco de vida familiar. Tus visitas empezaron a espaciarse, las llamadas fueron para disculparnos, las conversaciones parecían concursos de oratoria en los que ninguno prestaba atención al que traía las nuevas de las leyes fiscales o el descubrimiento de aquellos textos inéditos de Mark Twain. Nos fuimos alejando, nos dejamos.
Con nuevos paradigmas por seguir, con nuevas hipótesis por comprobar, una noche me descubrí pensándote casi sin querer, casi sin pensarte, como queriendo recuperar un poco de lo que fui contigo, de lo que fui antes de ti, de lo que soy sin ti.
viernes, enero 20, 2006
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti
Y que no se le ocurra volver.
Que no vuelva el tormento,
el infinito desvelo,
insomnio enfebrecido
en manos como si peces
nadando en mi cuerpo.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti
Y que no vuelva sobre sus pasos,
que se olvide de mi,
que deje de jugar
al escondite:
un, dos, tres por mí
y por tu nombre tatuado en mi piel.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti
Porque no puedo seguir deseándote,
porque no quiero desearte más
con este deseo que vuelve a crecer
dentro de mi vientre
y me ataranta
..............y me desvela
...........................y me ataruga
..............y me destapa
y me aletarga
..............y me descubre
...........................hembra
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti
Porque es muy feo estar así:
con la mitad de mí dentro de mí
y la otra yo, buscándote rabiosa,
perdida, loca.
Ilustración de Gustavo Aranguiz de la colección "Memorias del Cuerpo"
martes, enero 17, 2006
viernes, enero 13, 2006
No todos son Tom Hanks, o de lo que te puedes encontrar en una vuelta por los perfiles personales de interné.
Tarde de ocio. Fin de un inventario exhaustivo en los que estuve revisando una colección de literatura catalana que llegó a la biblioteca. Estoy en Off. Las intenciones están divididas entre leer el libro más atractivo que llegó con la colección, "Canciones de amor en Lolita's Club" de Juan Marsé; buscar la información que necesito para completar mi trámite de la visa norteamericana o ponerme a dar una vuelta para recrearme el morbo virtual que de vez en cuando me acecha.
Podría en este momento parafrasear al Chiva y decirle que si eligió cualquiera de las dos primeras opciones, mejor ni siga leyendo, pudiera ser que mi morbo se convirtiera en un atentado contra su buena conciencia y la poquita simpatía que ha desarrollado para este sitio se precipitara en un abismo tan negro como mi opinión ante los libros de autoayuda y superación personal que algunos adultos todavía leen como si en ellos pudieran encontrar la justificación ante algunos de sus más perversos devaneos e himeneos.
Pues bien, aclarado el punto, le diré que mi morbo es una fuerza motora muy especial y necesita ser saciada de vez en cuando mediante cualquier medio disponible, en este caso, fue el interné, me gusta pensarlo así, en masculino. El interné: en donde me pierdo y me encuentro, en donde me descubro y me odio, en donde me disfrazo y me hago cierta, en donde me recreo y me aburro. (Cualquier analogía de mi relación con el sexo masculino, es mera coincidencia).
Así pues, puse en marcha mis dedos, un click para ver mi perfil personal y de ahí hacerle click al link marcado como "búsqueda avanzada". Los parámetros que ofrece para ayudar a encontrar a las personas son tan comunes como los que generalmente se encontrarían en cualquier servicio de búsqueda. Los campos que utilicé fueron 5, para ser más precisa:
Sexo: Hombre (por supuesto)
Edad: 30-39 años
País: México
Estado civil: Indiferente.
Si uno está convencid@ de que es cuestión visual, curiosidad mórbida llevada al extremo de los dedos de la mano, el estado o la ciudad donde residan las posibles víctimas es lo de menos, lo importante era ver quiénes suben sus perfiles a internet, qué información manejan, qué ofrecen. Todo el que se anuncia es porque quiere hacerse presente o bien, porque tiene algo que vender. (Habrá que hacer un post relativo a los perfiles femeninos en los que más de alguna se anuncia como prostituta).
Otro click y empieza la búsqueda, cerca de 500 registros aparecen ordenados en 10 páginas siderales. La mayoría son del D.F., otros tantos de Guadalajara, muchos regiomontanos y los menos de estados tan remotos como Quintana Roo, Campeche, Tabahco, Chiapas. Los nicks son lo de menos, la mayoría carece de sentido, nombres tomados al azar, en su mayor parte concentrados en temas eróticos o deportivos, en mitos urbanos o leyendas rurales, como "el coco", "el chupacabras", etc. Las fotografías vienen a ser, lo que para los escritores podrían ser los epígrafes: dicen todo o no dicen nada del que las sube, pero por algo estarán ahí.
Entre los más folclóricos podría manejar a los casados en busca de "experiencias refrescantes", y no es un anuncio de algún refresco, no, se trata de sexo, el tema general entre los perfiles por los que me di la vuelta. Todos buscan sexo, las formas son lo de menos: en línea, por teléfono --incluso hay algunos que dan el número de su celular--, en persona. Por supuesto que muchos de ellos aclaran que sólo buscan "la experiencia", no planean ningún tipo de relación o comportamiento afectivo con quien podría leer su perfil, sencillamente "déjate llevar y mándame un mensaje". De acuerdo, podría dejarme llevar y enviarle el mensaje... regreso a ver su fotografía y me encuentro con un prófugo del show de la barandilla. Desisto. Aunque mi madre me ha dicho muchas veces que lo importante es lo que el hombre lleva por dentro, y puede que esté de acuerdo, hay parámetros, caray... No todo en esta vida se rige por sentimientos... menos cuando el que propone la experiencia me promete tragos de amargo licor, música de banda y motelito barato.
Además del sexo, tan promovido por estos medios, el común denominador entre los perfileros, es que son hombres que anuncian "saber lo que quieren en la vida", qué es eso?, si la vida cambia con el vértigo con el que cambia la delimitación geográfica y política de África, cómo puede un hombre saber qué es lo que quiere en la vida, podrá tener una vaga idea, podrá sostener que se ha preparado académicamente para enfrentar un mundo competitivo, podrá señalar incluso que es un empresario de éxito y que el dinero es lo que menos le preocupa en este momento, pero de ahí a saber lo que se quiere en la vida, me resulta muy confuso, incoherente e inconexo.
Debo aclarar que no critíco el que uno se "promocione" en internet, yo también tengo mi perfil, y defino dos de tres cosas de la personalidad que me sitiaba en el momento de abrir ese perfil, tal vez haya cambiado mucho a estos días, tal vez no; pero queda como recuerdo de lo que fue hasta hace unos meses, días, horas.
Debemos agradecerle a Tom Hanks y a Meg Ryan el que nos hayan sugerido en aquella película "You've got mail", la cual he visto en 4 ocasiones de principio a fin y al final sigo tarareando por varias horas somewhere over the rainbow blue birds sing... la motivación de encontrar esa voz que responda detrás de un monitor a nuestra voz digital, la que pregunta y sueña, la que se enoja y se ríe.
Aunque en lo personal, salvo muy contadas excepciones, sigo creyendo fielmente que no hay nada mejor que ver a los ojos a tu interlocutor, saber de sus gestos, de sus expresiones, del contacto físico, aunque esté lejos de ser erótico, de su olor, de sus manías y sus fobias. Seres de carne, seres de huesos, con quien compartir el cine, el cigarro, la cena, las velas y uno que otro quebranto.
jueves, enero 05, 2006
Rescatando a Elizabet Barret Browning
Für Karsten Essen, der Rhine Knight, mit Liebe.
En el 98 visité Alemania. Fue un viaje realmente alucinante, conocí un poco de todo o quizá llegué a conocer más de Alemania que muchos alemanes. Varios amigos de allá llegaron a reconocer que había recorrido, en tres meses, más kilómetros dentro de su país, de lo que ellos pudieron haber viajado en Alemania durante los últimos 10 años. Pero lo que realmente me traje conmigo, fue a las personas que conocí, uno de ellos, con quien llegué a compartir un poco más que la mesa, el vino y la plática; me regaló un libro de poemas de Elizabeth Barret Browning, (Inglaterra, 1806), el libro estaba en inglés y se llamaba "Sonnets from the Portuguese", hoy lo rescaté de mi librero y tuvo casi el mismo efecto que si hubiera rescatado una fotografía de aquel viaje, de golpe me trajo la risa, las conversaciones en voz baja sobre Octavio Paz, Walt Whitman y John Keats, los silencios que nos hacían cómplices ante el azul mortuorio con que nos cobijaba la luna y el ruido del tren de las 5 de la mañana pasando a unos metros de aquel departamentito de la calle Schrimann, en donde pasamos largas horas escuchando "Das Reihn Gold" de Richard Wagner, o aquel disco triste triste de canciones de amor de Strauss, tan tristes como la mirada de aquellos ojos verdes que me despidieron en la Haupbahnhopf de Mainz y me entregaron el librito para que lo leyera en el avión de regreso a México.
Y esto fue lo que leí de regreso a la realidad pero que me mantuvo en el viaje durante más tiempo de lo que pude llegar a pensar:
V
I lift my heavy heart up solemnly,
As once Electra her sepulchral urn,
And, looking in thine eyes, I overturn
The ashes at thy feet. Behold and see
What a great heap of grief lay hid in me,
And how the red wild sparkles dimly burn
Through the ashen greyness. If thy foot in scorn
Could tread them out to darkness utterly,
It might be well perhaps. But if instead
Thou wait beside me for the wind to blow
The grey dust up,...those laurels on thine head,
O my Belovèd, will not shield thee so,
That none of all the fires shall scorch and shred
The hair beneath. Stand farther off then! go.
VI
Go from me. Yet I feel that I shall stand
Henceforth in thy shadow. Nevermore
Alone upon the threshold of my door
Of individual life, I shall command
The uses of my soul, nor lift my hand
Serenely in the sunshine as before,
Without the sense of that which I forbore--
Thy touch upon the palm. The widest land
Doom takes to part us, leaves thy heart in mine
With pulses that beat double. What I do
And what I dream include thee, as the wine
Must taste of its own grapes. And when I sue
God for myself, He hears that name of thine,
And sees within my eyes the tears of two.
La vida de esta mujer fue un tanto trágica, tal vez se pueda percibir algo de esa angustia en sus poemas, fue traductora y se pasó más de 10 años en una cama debido a problemas en su columna y pulmones. Robert Browning se enamoró de sus escritos --curiosamente conozco a varios que se han enamorado de cómo escriben sus actuales mujeres-- y comenzó a escribirle elogiando sus poemas, en 1846, la pareja huyó a Florencia y Elizabeth recobró la salud. En 1850, se publicaron los Sonetos para el Portugués, dedicados a su marido, escritos en secreto durante su noviazgo. Fue una luchadora por la libertad intelectual de las mujeres y apoyó la unificación de Italia. Murió en Florencia en 1860.
martes, enero 03, 2006
Para empezar el año...
No cantaré una canción que te haga daño, lo prometo. Tampoco comenzaré diciendo "el año pasado...", no, para empezar el año te voy a dedicar estas líneas, sabiendo de antemano que si acaso llegaras a leerlas de poco o nada servirán; al menos para ti, que tanto tiempo te has aferrado a vivir aquí adentro. Empezaré por decirte que te agradezco los años que has pasado dentro de mi, también tengo que agradecer las veces que he sentido que te me quieres salir --curiosamente en esas ocasiones te he sentido más nítidamente que cuando vives apaciguadito entre mis vísceras--, tu funcionar casi perfecto, el arrullo que me proporcionas cuando me concentro en tus movimientos en cada insomnio que has provocado... o que ha provocado el cerebro al desvelarme pensando qué hacer contigo. Hay tanto qué agradecerte... el que definas filias de fobias, esa punzadita que me saca de mi letargo habitual cada que algo me regresa al animal de sentimientos que muchas veces he presumido ser.
Empezando el año, dicen que es bueno hacer propósitos, tú y yo nos conocemos y sabemos que eso nomás no se me da, así que no propongo nada en concreto, lo que sí es que intentaré ser más benevolente contigo, no tratarte como lo he venido haciendo de un tiempo a la fecha, siempre molestándote, lastimándote, hiriéndote... sí, ya me convencí que si bien eres un músculo, no tienes porque acostumbrarte al dolor... intentaré llevármela leve, apapacharte, hacerte sentir bien, no atormentarte ni discutirte las decisiones que vayas tomando; le diré al cerebro que se ponga en paz de vez en cuando y te deje hacer lo tuyo cuando sea necesario.
Para empezar el año, me reconcilio contigo y conmigo, sé que estarás uraño un tiempo, sé que no me crees del todo y tienes razón, pero a fuerza de años una se va dando cuenta de que la riega y de que a veces es bueno respirar profundo, detenerse un poco, dar un vistazo a lo andado y ver si todavía es tiempo de retomar el camino más sencillo, el que menos lastime, el que más nos conforte, el que mejor nos haga sentir, que a fin de cuentas, todo es un juego de sentir.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)