Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.
Octavio Paz.
Estás a mi lado. Siempre la cama es menos grande cuando vienes, siempre. Estás en mi cama y tu respiración a penas la perciben mis manos sobre tu pecho. Duermes tranquilo después de arrullarte en mis brazos. Si la noche decreciera lo mismo que tú cuando estás dentro de mi, cuánta luz funeraria ahorraría la luna, cuánto más viviríamos, cuánto. Juego con mis pies bajo la sábana, se está haciendo tarde y sé que en cualquier momento despertarás y te disculparás, como es tu costumbre, al ver la hora que es.
Estás a mi lado. Tus manos han abandonado mi cuerpo. Has encendido la luz y ahora garrapateas en tu cuaderno sensaciones que no leeré. Tu cama me recibe una vez más como tantas noches en que el trabajo y la inercia me trajeron a tocar a tu puerta, a meterme entre tus piernas, para probar la libertad negada del esclavo. Recorro tus colinas desérticas con la vista, como si realmente creyera que tantas letras sobre un cuaderno te impiden darte cuenta que te observo escribiendo lo antes escrito en mi piel.
Duermes y no te amo. Algo ha motivado que cambies de postura y ahora parece que me vieras. Me imagino observada y deseada por un hombre que a penas se conforma con despojos de mi tiempo y deseo. ¿Dónde estás?, tus sueños ¿dónde?, mi mente me obliga a callar, a no confesar el sentimiento que crece mientras tú te vuelves más pequeño e indefenso a mi lado. No puedes hacerme daño. Ya no. Los rencores y dolores que nos unieron y nos separaron han quedado olvidados en el último juego de sábanas que lavé. El agua ha purificado los sentidos y ha borrado cualquier rastro de sentimiento. Asì como el corazón ha aprendido a callarse, a no gritar; los motivos han aprendido a madurar pretextos para una cita que no concluye nunca, que invierte y degenera los primeros pasos en falsos testimonios de una rutina no adquirida.
Enciendes un cigarro y yo sigo tratando de aparentar el sueño del durmiente. Sé que escribes algo de este momento. Tu mano apresura al bolígrafo como si temieras que despertara e hiciera la pregunta inminente o que mi deseo, ese que me crece cuando crees que ya no hay más, despierte y vuelva la tormenta que nos une y separa en el momento en que surge el relámpago que nos deja ciegos y aturdidos para compartir un momento negado. Has abandonado la pluma por un segundo. Tu mano acaricia mi cabello dándome la ternura que me aterra cuando crees que estoy despierto.
No quiero despertarte. Sé que el tiempo apremia y que te irás nuevamente a buscar otra piel que no sea la que te trae de vez en cuando a esta cama que sabes que te extraña como cielo sin arco iris después de la última tormenta. Mientras, seguimos jugando al escondite: tú en tu sueño y yo en mi cuaderno; el único que sabe del amor negado y el sueño callado. El único que sabe que no hay mañana para un par de locos jugando al no-amor.
Podría moverme ahora. Fingir que me desperezo y observarte tirar cuaderno y pluma junto a la cama, pero no. Ahora me concentro en tu cara que expresa en ocasiones lo que escribes ¿por qué estás tan lejos?
Poco a poco, casi sin darnos cuenta vas creciendo en mí al compás de la soledad. Así, las cosas son menos duras, pues al sentirme sola voy de tu mano. Tú amante de ocasión, deseado y no-amado en todo momento. Tú.
Sigues escribiendo y mi brazo bajo el estómago se entume. Afuera la noche crece como mi espanto hacia ti. Antes me asustaban tus reclamos, tu exigencia de amor, ahora me aterra la indiferencia no fingida. Mírate con piel de sueño cuando te alcanza mi cuerpo y llegamos juntos al cansancio del deseo satisfecho. Mírame cada vez más cerca de pedirte/suplicarte las mismas palabras que hace años te vengo negando. La alumna superó al maestro y le pone las mismas trabas que hace mil siglos aprendí de la primera mujer que me dio de beber a la orilla del río y me obligó a esperar 7 años con sus lunas su entrega.
La soledad siempre es más cómoda que la compañía. Veo nuestro reflejo en el espejo: tú en tu sueño que no compartes, yo en mi cuaderno con las letras que no comparto. Quizá no sueñas, llegaste tan cansado de la oficina... Las sábanas cubren sólo lo necesario tu cuerpo y no podría definir si eres hombre o mujer, es como si a propósito te quedara un rescoldo de pudor después de tanto quemar esta cama que nos uno dos o tres veces al mes.
Estás a mi lado. Sé que estás despierto y respeto tu farsa. Hace un momento apenas creì que tendrìa que despertar y sé que no pasará mucho tiempo para que la luz se haga en tus ojos y que tendría que fingir un bostezo, un “es muy tarde ya” y así volver a encontrarme con la noche para que me dejes en esta oscuridad que me acompaña el tiempo necesario para notar que es luna nueva que va conmigo como la mujer nueva y conocida a la vez y me transforma que esperaignora y me vuelve diosabruja el momento en que toque a su puerta cada vez que regresas a meterte entre mis piernas
1 comentario:
Definitivamente, este texto es DELICIOSO...!!!
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