martes, julio 18, 2006

Y la luz entró en mi casa

Tan fuerte y de manera tan contundente que quemó todos los electrodomésticos, el viernes pasado.

Rutina pre-iluminati

7:00 a.m. Encender el televisor, sintonizar el noticiero local, escucharlo mientras me baño, lavo los dientes, coloco los pupilentes, me visto, tiendo la cama.
7:20 a.m. Entrar a la recámara de la princesa de los rizos furiosos, encender el reproductor de discos compactos, ponerle musiquita para que despierte contenta.
7:30 a.m. Levantar a la princesa de la cama, llevarla a mi pieza, sintonizar en la tv las caricaturas, vestirla, peinarla, arreglar su mochila previa huída a la guardería.
8:20 a.m. Encender de nuevo la televisión, maquillarme escuchando a Víctor Trujillo.
8:45 a.m. Desayunar frente al televisor, tomar café caliente recién salido de la cafetera eléctrica. Calentar el pan en el horno eléctrico.
9:00 - 19:00 horas Trabajando en múltiples actividades fuera de casa.
8:00 p.m. Cenar junto con la princesa de los rizos furiosos viendo caricaturas en la tv.
9:00- 10:00 p.m. Atenciones múltiples a la hija sin electrodomésticos de por medio.
10:00 - 12:00 p.m. Dependiendo el día de la semana, ver series de televisión, noticias, hacer zapping un rato.

Rutina post-iluminati:

7:00 a.m. Levantarme, seguir la rutina establecida en la hora 7:00 de la primer rutina sin más ruido que el de la regadera, el lavamanos, el escusado.
7:20 a.m. Despertar a la hija con cariños y mimos pero sin musiquita de fondo.
7:30 a.m. Llevar a la niña a mi recámara, vestirla, peinarla, respondiendo a las preguntas ¿por qué no hay taritaturas?, sí me porté bien, quiero ver las taritaturas...
8:20 a.m. Maquillarme frente al televisor apagado.
8:45 a.m. Desayunar. Café recién salido de la ollita, pan frío, o bien, calentado en el sartén pero no sabe igual.
9:00-19:00 horas. Misma rutina de trabajo sin mayores modificaciones más que la depresión de tener todo quemado en casa.
20:00 horas. Cenar con la princesa de los rizos furiosos, sin caricaturas, sin más ruido que nuestra propia conversación y las mismas preguntas y observaciones de la mañana.
21:00 -22:00 horas. Misma rutina a la primera.
22:00- 23:00 horas. Leer el librito de cuentos "Me gustas por guarra, amor" de Juan Hernández Luna, pero ya se me está acabando la lectura y tendré que pensar en releer alguno de los libros que hay en casa.

Si, para muchos puede ser maravilloso que el ruido contaminante de la televisión no se interponga en mi dinámica de madre, pero seamos honestos, tal vez no tengan hijos o bien nunca se hayan visto sumergidos, por la fuerza, en el más absurdo de los silencios de la era moderna. Quedarse sin electrodomésticos porque un rayo o corriente eléctrica quemó absolutamente todo, además de ser ridículo y triste, puede ocasionar un caos emocional desconocido hasta ahora.

Por una parte, está la cuestión económica: se tendrá que levantar la casa poco a poco, en las condiciones actuales, es prácticamente imposible salir al día siguiente a cualquier tienda y comprar 3 televisiones, un refrigerador, un horno de microondas, una cafetera, un reproductor de discos compactos, un cargador de celular, etc., etc. Todo tendrá que irse dando, de manera paulatina conforme lleguen las quincenas y haya modo de destinar un "dinerito" para nivelarnos.

Por otra parte, el enojo ante lo inevitable, el tambaleo de la fe, la ansiedad de saber que no importa cuán duro trabajes, siempre hay algo más grande y fuerte que tú que puede llegar y partirte la vida en pedacitos. Job no es ejemplo en esta situación.

Mucha gente me ha dicho que debo estar agradecida porque no pasó a mayores: la familia está bien, no hubo accidentes personales que lamentar, y la serie completa de consuelos que se reparten como si fueran dotaciones de marinela para los perdedores del programa infantil de toda la vida.

Tal vez toda esta gente, sin duda bien intencionada, tiene razón y la única que está mal por estar enojada, triste, estressada sea yo, tal vez debiera empezar a creer en el poder de los santos y las fuerzas divinas, tal vez debiera hacerme una limpia y empezar a creer en doctrinas alternas... tal vez.

Lo que sí sé que tengo que hacer es dejarme de jaladas mentales y berrinchitos; seguir trabajando, agarrar chambitas alternas, para ganar unos centavitos extras y volver a poner mi casa a funcionar como había funcionado hasta ahora.

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