martes, julio 11, 2006

La miseria de la Lombriz

Te juro que es cierto.
Quise deshacerme de ti y de todo lo tuyo.
Aproveché las madrugadas
para irte borrando de mi dermis,
para sacar tu aliento de mi boca.

No te miento.

Le entregué a la luna
todo lo que no pude darte:
los sueños, las mentiras,
los enredos, la risa,
la rodilla raspada,
el cigarro a medio terminar,
el cabello enmarañado por el paso de tus dedos,
la pestaña que voló antes de pedir el deseo,
los pasos lentos al alejarme de tu casa,
la prisa detenida en mitad de una carretera vieja,
la miseria de la lombriz.

Me entregué a los días
en laboriosas horas
que impideran el acecho
de tus noches, y, aún así
todo ha sido en vano.

Cuando hablamos de destino,
predestinación y líneas de vida
no quise creer que estarías siempre
junto o frente a mí;
el café, las cartas, la mano
que te leyeron
y me leyeron
dos brujas ajenas a nosotros mismos;
podían deshacerse,
si no te pensaba,
si no te deseaba.

Te juro que quise por todos los medios,
no volver a encontrarme contigo.
Te juro que estoy temblando de miedo.
Te juro que no quiero verte,

Pero parece, que no sirve de nada.

No hay comentarios.: