viernes, julio 28, 2006

VACACIONES


Estaré desconectada durante los próximos 15 días. Disfruten el silencio.

martes, julio 18, 2006

Y la luz entró en mi casa

Tan fuerte y de manera tan contundente que quemó todos los electrodomésticos, el viernes pasado.

Rutina pre-iluminati

7:00 a.m. Encender el televisor, sintonizar el noticiero local, escucharlo mientras me baño, lavo los dientes, coloco los pupilentes, me visto, tiendo la cama.
7:20 a.m. Entrar a la recámara de la princesa de los rizos furiosos, encender el reproductor de discos compactos, ponerle musiquita para que despierte contenta.
7:30 a.m. Levantar a la princesa de la cama, llevarla a mi pieza, sintonizar en la tv las caricaturas, vestirla, peinarla, arreglar su mochila previa huída a la guardería.
8:20 a.m. Encender de nuevo la televisión, maquillarme escuchando a Víctor Trujillo.
8:45 a.m. Desayunar frente al televisor, tomar café caliente recién salido de la cafetera eléctrica. Calentar el pan en el horno eléctrico.
9:00 - 19:00 horas Trabajando en múltiples actividades fuera de casa.
8:00 p.m. Cenar junto con la princesa de los rizos furiosos viendo caricaturas en la tv.
9:00- 10:00 p.m. Atenciones múltiples a la hija sin electrodomésticos de por medio.
10:00 - 12:00 p.m. Dependiendo el día de la semana, ver series de televisión, noticias, hacer zapping un rato.

Rutina post-iluminati:

7:00 a.m. Levantarme, seguir la rutina establecida en la hora 7:00 de la primer rutina sin más ruido que el de la regadera, el lavamanos, el escusado.
7:20 a.m. Despertar a la hija con cariños y mimos pero sin musiquita de fondo.
7:30 a.m. Llevar a la niña a mi recámara, vestirla, peinarla, respondiendo a las preguntas ¿por qué no hay taritaturas?, sí me porté bien, quiero ver las taritaturas...
8:20 a.m. Maquillarme frente al televisor apagado.
8:45 a.m. Desayunar. Café recién salido de la ollita, pan frío, o bien, calentado en el sartén pero no sabe igual.
9:00-19:00 horas. Misma rutina de trabajo sin mayores modificaciones más que la depresión de tener todo quemado en casa.
20:00 horas. Cenar con la princesa de los rizos furiosos, sin caricaturas, sin más ruido que nuestra propia conversación y las mismas preguntas y observaciones de la mañana.
21:00 -22:00 horas. Misma rutina a la primera.
22:00- 23:00 horas. Leer el librito de cuentos "Me gustas por guarra, amor" de Juan Hernández Luna, pero ya se me está acabando la lectura y tendré que pensar en releer alguno de los libros que hay en casa.

Si, para muchos puede ser maravilloso que el ruido contaminante de la televisión no se interponga en mi dinámica de madre, pero seamos honestos, tal vez no tengan hijos o bien nunca se hayan visto sumergidos, por la fuerza, en el más absurdo de los silencios de la era moderna. Quedarse sin electrodomésticos porque un rayo o corriente eléctrica quemó absolutamente todo, además de ser ridículo y triste, puede ocasionar un caos emocional desconocido hasta ahora.

Por una parte, está la cuestión económica: se tendrá que levantar la casa poco a poco, en las condiciones actuales, es prácticamente imposible salir al día siguiente a cualquier tienda y comprar 3 televisiones, un refrigerador, un horno de microondas, una cafetera, un reproductor de discos compactos, un cargador de celular, etc., etc. Todo tendrá que irse dando, de manera paulatina conforme lleguen las quincenas y haya modo de destinar un "dinerito" para nivelarnos.

Por otra parte, el enojo ante lo inevitable, el tambaleo de la fe, la ansiedad de saber que no importa cuán duro trabajes, siempre hay algo más grande y fuerte que tú que puede llegar y partirte la vida en pedacitos. Job no es ejemplo en esta situación.

Mucha gente me ha dicho que debo estar agradecida porque no pasó a mayores: la familia está bien, no hubo accidentes personales que lamentar, y la serie completa de consuelos que se reparten como si fueran dotaciones de marinela para los perdedores del programa infantil de toda la vida.

Tal vez toda esta gente, sin duda bien intencionada, tiene razón y la única que está mal por estar enojada, triste, estressada sea yo, tal vez debiera empezar a creer en el poder de los santos y las fuerzas divinas, tal vez debiera hacerme una limpia y empezar a creer en doctrinas alternas... tal vez.

Lo que sí sé que tengo que hacer es dejarme de jaladas mentales y berrinchitos; seguir trabajando, agarrar chambitas alternas, para ganar unos centavitos extras y volver a poner mi casa a funcionar como había funcionado hasta ahora.

lunes, julio 17, 2006

Darma y Vadha

Darma y Vadha llegaron a saludarme a la biblioteca después de muchos años de no vernos. La verdad es que no las reconocí, no sé si porque en mi vida esperaba volver a verlas o si fue una consecuencia casi natural de mi desapego consuetudinario a ciertos personajes, situaciones o cosas que creo que perdí y no volveré a tener. Darma, quien fuera mi "amiga inseparable" durante la facultad, se veía bastante más delgada, con el cabello largo --siempre lo llevó corto--, pero con su habitual "look darketo". Cuando dejé de ver a Vadha, estaba totalmente rapada de la cabeza, usaba camisetitas tipo militar, y andaba con un yunkie extracto de la facultad de filosofía, ahora, sin embargo, parecía la extracción del tianguis cultural tapatío: blusa de manta, cabello largo, descuidado, sin gota de maquillaje, pantalones viejos de mezclilla, morralito y rebosito porsihacefrío. Llegaron hasta mi oficina, se apostaron en la puerta y esperaron mi reacción. No las reconocí, definitivamente no sabía quiénes eran esas dos mujeres paradas en el marco de la puerta observando mi reacción, fue hasta que escuché la voz de Darma que supe quien era... pero a la pobre Vadha, seguí sin identificarla hasta que me dijo "soy, yo, guey... acuérdate, la auxiliar de X", aaaah, ya, entre los abrazos del "qué gusto verte" y el desconcierto, las invité a que se sentaran y empezamos a platicar.

"Te vi en CNN y le dije a Darma, guey, vamos a visitarla, tiene una hijita rechula"

"y aquí estamos, ¿te casaste?, ¿cuánto tiene tu hija?, ¿cómo has estado?"

"No, no me casé, 3 años, bien, trabajando, no hay de otra"

"Sí, verdad?"

...

"¿y, cómo van las cosas por aquí?, ¿quién sigue? "

"Pues todo más o menos igual, casi todos los que dejaron aquí siguen..."

... ... ...

"Pues vamos a comer, no?, de hecho venimos a sonsacarte, cómo ves?"

"Ah, perfecto, como qué se les antoja? "

"Pues, somos vegetarianas, guey... pero lo que sea, está bien... "

"Pero sí comemos pescado... pero lo que sea, igual, eh?..."

"Pues, ustedes decidan"

"No, tú eres nuestra invitada, guey"

"Pues vamos a la Hostería del Ángel, no?"

"Pero, venden ensaladas?"

"Pues... sí, supongo que sí"

"Bueno, pues si ahí te late guey..."

"Sí, ahí me late"

Y nos fuimos. Llegamos a la hostería, les encantó el lugar, y ocupamos una mesa en el patio. Pidieron una cerveza cada una, aunque confesaron que casi no toman, yo pedí otra para mí y comenzamos en los temas más personales; que si yo estaba saliendo del efecto marejada que me había dejado volver a ver al último galán con el que he andado, que si ellas no tenían pareja y que si me había afectado mucho tener a la hija sin su papá a lado mío; las respuestas iban del sí al no, al cómo crees, qué cosas y cháchara de mujeres. Todo parecía una conversación más o menos normal, entre 3 "amigas" que se reunían después de mucho tiempo de no estar en contacto, y cuando por fin le pregunté a Darma, qué se había hecho, contestó:

"Pues llevo 7 años en terapia psicológica tomando antidepresivos y ansiolíticos, intenté suicidarme poniendo las manos sobre la parrilla del negocio de mi papá y ahí me asusté y le llamé al Centro Médico de Atención Mental y al Centro de Atención a Crisis y me mandaron a la cruz verde y de ahí entré en un programa de aplicación de x --dijo el nombre, pero se me olvidó-- antidepresivo y el Estado me lo estuvo regalando por 6 meses, por que hasta en eso sí son muy decentes, una maravilla, la verdad; y pues me sacaron del problema pero tengo que tomar el antidepresivo y el ansiolítico hasta que me den de alta"

"y cuándo será eso?", atónita, me atreví a preguntarle

"pues cuando esté bien"

"aaah" y mirando a Vhada "y tú, qué te has hecho?, sigues viviendo con R?"

"Uy, no guey, qué va... me abandonó hace 4 años, bendito sea Dios, verdad guey?, era un hombre sumamente conflictuado, guey, violento, difícil, afortunadamente no tuvimos hijos guey, pero yo también estoy en terapia psicológica y estoy tomando antidepresivos y ansiolíticos de manera permanente guey, porque de repente me llegan unos bajones bien culeros que a veces ya no sé ni cómo salir guey, pero también me están ayudando mucho las clases de budismo que estoy tomando en el Centro Tibetano de Guadalajara, no sabes guey, es la onda, debieran ir guey, está por abrirse un curso el próximo mes, no es nada religioso guey, ni nada de eso, aunque hay gente que sí se clava pero yo no, digo, yo nomás no como carne, tampoco tomo, bueno, ahorita una chela pa no dejar, no?, pero no tomo, y el vato que da la clase es bien trucha guey, te enseña a investigarte interiormente para que desde tu interior resuelvas los problemas que se te van presentando en la vida, guey, es un sabio el cuate este, digo, es mexicanote, el guey, pero neta, habla idiomas de por allá del Tibet y la chingada..."

"aaaah y tú, hablas tibetano?"

"oi esta mensa, claro que no, guey... pero el vato lo habla machín"

"y cómo sabes que es tibetano, qué tal si se fue a la Lacandona y aprendió Tzotzil, Tzeltal, o un dialecto de esos y les está contando el rollo del chino y el tibetano?"

Risa general en la mesa y comentario de Vadha "está guey, te pasas, la neta... claro que es tibetano..." y pierde su mirada en la tablita azul que hace las veces de mantel individual, como si se quedara pensando en el Tibet, en el mexicanote que le da clases de budismo, o en los tzotziles...

"aaah, pos tá bien, no?"

Volví a mi plato, en el que descansaban relajada y pasivamente 6 tapas de jamón serrano con mucho aceite de olivo y observé los platos de mis compañeras: ensaladas con queso de cabra y aceituna negra... sí, qué rico... pero lo mío, lo mío, es la carnita; para qué echamos mentiras, no?

Mientras asimilaba que la Valeriana que tomo para controlar mi nivel cotidiano de stress y mi ownway of meditation, a estas alturas del partido parecían guioncitos de novelita de Televisa o TvAzteca, frente a tales niveles de depresión y ansiedad, Darma comentó:

"pues yo ya entendí que definitivamente los hombres y yo no congeniamos, digo, sí pueden ser todo lo que tú quieras, pero su rollo es más carnal, no se comprometen con nadie, te utilizan sexualmente, como si fueras el kleenex que pueden desechar; además, no saben, desde que no tengo relaciones sexuales estoy tan tranquila, ya no me conflictúo en lo más mínimo, hasta puedo dejar de depilarme por varias semanas y bien agusto, o no?"

Tos casi involuntaria de mi parte "Desde cuando no tienes relaciones sexuales?" más tos...

"uuuy, amiga... pues qué serán... unos 9 años... sí, más o menos 9 años"

El acceso de tos es indescriptible porque me atraganté con el conato de risa y un pedacito de alguna hierba fina que iba de pasada al estómago.

"no mames!!!!, 9 años???"

"sí, pero vieras qué tranquila!"

"no, pos supongo que sí... pero... 9 años..." para entonces mi voz es un escándalo, lo sé porque Darma sonríe casi indulgentemente, "bueno, supongo que es para cada gusto y estado de ánimo, a ti no creo que en la vida te vea de abstemia en ese sentido"

"pues no, la verdad no, de hecho sigo creyendo fielmente en que el bienestar mental y emocional de la mujer lo proporciona en la mayoría de los casos, su satisfacción sexual... benditos sean los hombres"

"todos son unos culeros" por fin habló Vadha...

"no todos..." me atrevo a decir en voz muy baja.

"Todos son lo mismo, trogloditas nefastos, lo único que les interesa es satisfacer sus necesidades corporales sin poner la menor atención a las necesidades emocionales y espirituales de quien está a su lado; se la pasan viendo series televisivas donde la violencia es la rúbrica, o el futbol, o tragando alcohol, cervezas, como si nos gustaran los panzones, además, cero consideraciones para una, no, yo no pienso volver a sentirme utilizada por ninguno de ellos, primero muerta que volver a clavarme en una relación con un hombre".

Asustada, pero queriendo llevar las cosas un poco más lejos sugiero: "con un hombre, pero con una mujer?"

"Esta guey, claro que no... Ni que fuera lesbiana!" Risitas incómodas de las 3.

Oportuna intervención de Darma a la conversación "A qué hora tenemos que irnos para alcanzar a llegar?"

"en quince minutos"

EN OFF: no sé por qué en mi cabecita empieza a sonar una canción de Madonna "time goes by so slowly... time goes by so slowly" y la imagen de Madonna bailando al más puro ritmo de Milton Gio, en leotardo y mallas como las que utilizaba mi mamá cuando hacía gimnasia... yo era muy niña entonces, pero recuerdo que me hacía mucha gracia ver al montón de señoras siguiendo a un señor de no malos bigotes, en licra negra, diciéndoles "vamos hermosas, pónganse más bonitas"... "time goes by so slowly".

Entonces la plática giró en torno a su trabajo, son maestras de inglés para extranjeros en un colegio de monjas que está por Chapalita, ni siquiera pregunté el nombre. Hablamos de la miseria de los sueldos que prevalece en Guadalajara, de la carencia de los subsidios en las instituciones pequeñas, del clima y el ojalá hoy no llueva... cuando al final nos llevaron la cuenta, como buenas feministas, dividimos la cuenta en partes iguales, intercambiamos números telefónicos y nos despedimos, no sin que me aconsejaran previamente: "neta, amiga, si quieres ir con uno de nuestros psicólogos, o al centro tibetano, échanos un grito, vas a ver que te va a encantar"

Salimos del restaurante, nos despedimos en la puerta con los besitos de rigor y me vine pensando que soy una ñoña, que no sé nada del dolor y el sufrimiento --salvo el que se come en píldoras televisivas--, que soy una fresa porque nunca he pensado en suicidarme, en mandar al diablo de una vez por todas a los malditos hombres, porque nunca he tomado antidepresivos fuertes, o barbitúricos, y entonces empiezo a comprender, no sin cierto rasgo nostálgico que la Valeriana puede no ser la respuesta a mis desvelos... Entre tanta desolación, todavía se vislumbra una lucecita que me dé chance de volver a encontrarlas hasta dentro de 10 años, por lo menos...

martes, julio 11, 2006

La miseria de la Lombriz

Te juro que es cierto.
Quise deshacerme de ti y de todo lo tuyo.
Aproveché las madrugadas
para irte borrando de mi dermis,
para sacar tu aliento de mi boca.

No te miento.

Le entregué a la luna
todo lo que no pude darte:
los sueños, las mentiras,
los enredos, la risa,
la rodilla raspada,
el cigarro a medio terminar,
el cabello enmarañado por el paso de tus dedos,
la pestaña que voló antes de pedir el deseo,
los pasos lentos al alejarme de tu casa,
la prisa detenida en mitad de una carretera vieja,
la miseria de la lombriz.

Me entregué a los días
en laboriosas horas
que impideran el acecho
de tus noches, y, aún así
todo ha sido en vano.

Cuando hablamos de destino,
predestinación y líneas de vida
no quise creer que estarías siempre
junto o frente a mí;
el café, las cartas, la mano
que te leyeron
y me leyeron
dos brujas ajenas a nosotros mismos;
podían deshacerse,
si no te pensaba,
si no te deseaba.

Te juro que quise por todos los medios,
no volver a encontrarme contigo.
Te juro que estoy temblando de miedo.
Te juro que no quiero verte,

Pero parece, que no sirve de nada.

miércoles, julio 05, 2006

68

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grima-do quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio les encresto-riaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias

CORTÁZAR, Julio. "La Rayuela".