martes, septiembre 13, 2005

Sobrecama VIII


Para el Mostro, porque se lo debía.

Acabas de encender el cigarrito. Me gusta sumergir mi nariz en esa metamorfósis olorosa, cuando el sexo puro se convierte en sexo nicotinado, quemado, cansado. Observo tus labios alrededor de ese pequeño falo de papel, plástico y tabaco; tus ojos se pierden en algún punto del techo, como si en realidad disfrutaras del "oral" que estás ofreciéndole al marlboro y mi mano acaricia sin ganas tu pecho. "¿Por qué fumamos después de hacer el amor?", te pregunto mientras robo de tus dedos el cigarro y me lo llevo a mis labios, "por imitación"; sonrío, me gusta cuando dejas de lado la autenticidad y respondes sin pensar las respuestas. "¿pero, por imitación a quién?" "A las películas francesas, por supuesto", "mira tú, qué cosas... y cuántas películas francesas has visto en tu vida?" "ninguna, pero dicen que en las películas francesas los galanes siempre fuman después de coger", "tú siempre tan fino" te doy la espalda y me sigues en el movimiento hasta pegarte a mi cuerpo, tu piel sigue tibia, cálida, agradable... "¿qué, qué dije?" ¿por qué dices "coger" cuando estamos hablando de "hacer el amor"?", "porque siempre me ha molestado que confundan o mezclen los términos. Hacer el amor es un anglicismo, faire l'amour era más bien tirar la onda, cortejar, enamorar, no encamarse... pero luego a alguien se le ocurre que suena mejor, más elegante, menos burdo, decir "hacer el amor", antes que "coger", "fornicar", "follar"... es el afán del ser social de no decirle a las cosas por su nombre..." "o un afán del hombre mismo por renovar el lenguaje, ¿no?" me atrevo a preguntarte "no, no creo que vaya por ahí, más bien es el miedo a las palabras, es un problema institucional..."

Sigues fumando y hablando como dándome una cátedra de las diferencias entre coger y hacer el amor, términos en desuso, facultades del lenguaje oral y corporal, y del por qué el ser humano tiende a encubrir sus intenciones cambiando palabras para obtener en su beneficio lo que el otro o la otra pueda ofrecerle.

Realmente estoy cansada, sin embargo es un cansancio agradable, de esos que una siente en todo el cuerpo y no pesa, al contrario, los movimientos se vuelven más lentos, más nítidos, como si mis piernas, mis brazos, se fueran desdoblando en cada movimiento, como si pudieran ser infinitos.

Después de un "pero tú no me hagas caso" enciendes la televisión y cambias de canal varias veces. Me gusta estar contigo, fumar contigo, coger contigo. Me gusta sentir que no hace falta hablar de nosotros para sabernos. Saber que más que el sexo, la afición por el cine, la inteligencia o lo que podamos llegar a vivir juntos; será más fuerte en nosotros el silencio de un cigarro compartido; aunque afuera, en la calle, en donde nadie sabe de nosotros, cada quien por su lado le rinda homenaje a su tabaquera favorita.

2 comentarios:

Ernesto Rodsan dijo...

Mostra, no mamar!!!!!!!!!!!!!
Está chingonsísimo. Muchas gracias. Tiene sus jiribillas muy elaboradas. Chingón.
Brindo por eso y homenajeo, por mi parte, a Phillip Morris

Anónimo dijo...

Haces de la intimidad algo tan popular como el cigarrillo, escribiendo como el humo azul del cigarrillo en tu cara.

Hermosisimo como todos los Sobrecamas con esa colcha tan Mex.