martes, junio 12, 2007

Tus manos

Siempre me han gustado.
tus manos son largas,
como de pianista
y tus dedos delgados,
como de chelista...
y si me tocaban
si apenas me rozaban
era como si el Universo
fuera una sinfonía
completa
para mi.

Me gustaba jugar contigo
a los espejos
sin tocarnos
las manos se aproximan,
y me sentía casi ridícula
pensando en que descubrirías
el sudor de mis palmas
ante la proximidad de tu tacto.

Nunca me tocaste (al menos no como yo quería).

Alguien me dijo,
un día cualquiera,
que te habías convertido en médico
y anduve toda loca,
algunos días con sus noches:
pensándote,
deseándote,
buscándote...

No te pude encontrar,
tus manos se me siguen escapando
como cuando éramos niños...
y yo me quedo enfurruñada,
molesta y fría
(como cuando era niña).

jueves, junio 07, 2007

La cantina

No voy a hablar de tu historia,
de esa que te trajo hasta mi casa,
desde allá, tan lejos, tan sin mi.
Tampoco voy a hablar de tu madera,
del tu olor, de tus defectos,
de lo dorado o lo negro, tus tonos.

Tal vez comience por decir
que cuando era niña
fuiste mi mejor refugio
para esconderme de todos,
era tan obvio el espacio que había
entre tu cuerpo y la pared
que nadie pensaba
que yo podría esconderme ahí,
y sin embargo...

Fuiste punto de encuentro en mi casa,
a veces era la fiesta
a veces era el dolor
muchas fue el chismecito
pero siempre o casi siempre
hubo alguien a tu alrededor.

Fue cuando empezamos el largo proceso
de intentar rescatar momentos
que de cantina te convertiste en galería:
una tras otra, las fotografías te fueron llegando,
como parroquianas fieles
sin pedirte nada
quizá tan sólo un espacio.
La década de los noventa
privó tu barra y entonces,
la parada frente a ti fue distinta,
ya no llegábamos por el ron o el tequila,
nos deteníamos ante nosotros mismos,
sonreíamos, pensábamos,
tal vez sólo agregábamos un recuerdo más.

No me duele que te hayas ido.
Vas a cumplir con tu función a otra parte,
a llenarte de historias que no conoces
a escuchar risas que no has oído,
historias que no te han contado,
lágrimas que no te han bañado...

Sigues siendo un mueble vivo,
tu corazón de madera
seguirá latiendo
mucho
tiempo
más...

Y para mi hija, siempre serás
la "cantarina descompusida"
y para mi padre, serás siempre:
la cantina de 40 años que mandó hacer en Tampico.
Y mi madre te recordará siempre, aquella tarde en que
su comadre Diana, entre lágrimas y tequila,
le habló de la palabra divorcio y sus consecuencias...

Y para mí...

Yo te seguiré buscando, de vez en cuando
y no es una promesa de amor,
tampoco una promesa de odio.
Algunas noches me escucharás reír entre otras risas,
tal vez llegue una tarde para decirte de dolores nuevos...

No te has ido del todo, no de mi vida.
Es solo la nostalgia de no verte esta tarde.
Es solo el pensar cómo llenar el espacio en que ya no estás.

lunes, junio 04, 2007

Tus zapatos

Lejos, descansando sobre un suelo que no conozco;
sobre el frío, bajo la cama:
tus zapatos.

Hace mucho no siguen mi andar,
hace un siglo dejé de esperar tus pasos,
tus silencios, tu ausencia.

Camino.
Mis pies se cansan de seguir el camino
-no el tuyo, no-
Aunque soy obsesiva
y mi paranoia hace gritar
mils voces que no escuchas,
sé bien que no puedo seguir tus huellas.

Hoy la noche se abre bajo mis pies.
Tengo frío.
¿Y tus pies?
¿En qué piernas se enredan?
¿y tus zapatos?
¿de qué lado de la cama descansan?
¿extrañan mis sandalias?
¿se sienten aliviados por no seguir mis pasos?

No estás
y el tiempo acaba.
Es hora de empezar a andar sin ti.

*Este poemita se escribió la noche/madrugada del sábado, en la granja, mientras Carlos y yo hacíamos ejercicios de escritura y nos torturábamos mutuamente entre las imágenes y los conceptos. Salud por los tequilas, la música y la compañía.